Cuatro mil libros terminaron quemados el último 27 de septiembre en el incendio intencional de la sede del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos. Una biblioteca entera incinerada en el altar de la Iglesia Evangélica, ubicada en San Lorenzo y Callao, en Rosario. Como escribió el periodista Carlos del Frade, «un mensaje brutal: quema de libros en el interior del menos mediático de los organismos. Una señal a contramano de los treinta años de democracia, bien cerca de un nuevo 8 de octubre, fecha en la que se cumplirán 29 años del robo a los Tribunales provinciales rosarinos, donde no solamente se perdieron las identidades de los represores vinculados al Ejército y la policía Federal, sino también los balances de las grandes empresas que fueron los titiriteros del genocidio en el sur de la provincia». Reproducimos la carta del obispo emérito Federico Pagura, difundido el día siguiente del atentado.
HEMOS DE TRIUNFAR / Por Federico Pagura
Cuando me llegó la noticia del incendio cuyo dudoso origen aún no ha sido esclarecido, de la vieja, casi histórica iglesia Norte perteneciente a nuestra Iglesia Evangélica Metodista en la esquina de San Lorenzo y Callao, mi espíritu se rebeló dentro de mí, recordando nombres preciosos de personas que durante mis noventa años de vida, pasaron por ese santuario y sus aulas…
Pero Dios que me acompañó en momentos álgidos de mi vida y ministerio, pronto transformó mi pena y rebeldía en un sueño que sacudió una de mis tantas noches de fatiga y desvelo.
Ese templo debía transformarse en una señal de vida y esperanza, también para esta generación. Y vi entonces que nuestras iglesias ecuménicas que en tiempos de la cruenta dictadura que asoló y ensombreció nuestra nación hace más de treinta años y nos desafió a crear el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, en cuyos trabajos y luchas participaron desde el Obispo Novak en Quilmes, hasta el Obispo Gattinoni y sus sucesores en todo el país, junto a tantos otros y otras que entregaron lo mejor de sus vidas, en esos tiempos de terror.
Las autoridades de mi iglesia y de otras confesiones, comprendieron mi visión y aceptaron entregarnos ese predio para que desde ese rincón nuestras iglesias continuaran su interminable combate en defensa de la vida y de los más excluidos y descuidados de nuestra sociedad.
Pues bien, así como el miércoles 25 yo había sido conmovido por las impresiones y reflexiones del periodista Coco López sobre la múltiple tragedia del Medio Oriente, y el jueves 26 por las denuncias de ese otro gran periodista Horacio Verbitzky, que tanto ha escrito sobre nuestra realidad argentina y latinoamericana, el viernes 27 me sentí sacudido con la triste noticia del incendio de la nueva sede de nuestro MEDH, uno de cuyos principales dirigentes, el profesor Lupori será justamente homenajeado el próximo miércoles en la Legislatura Santafesina.
Este lamentable incendio vuelve a abrirnos serias preguntas frente a nuestro futuro. Pero una vez más el Dios creador «fuente de toda razón y justicia» vuelve a darnos señales significativas para que no dejemos de soñar y trabajar para la nueva etapa y que pueda brotar de las cenizas lo bueno, lo noble, el amor y la justicia.
En estos mismos días el Concejo de Seguridad de las Naciones Unidas logró frenar la locura de la guerra que el imperio más poderoso de nuestra generación pretendía desatar en Medio Oriente.
Sin percibir que «otro mundo es posible» si sigue despertando la conciencia de nuestra humanidad, y sin darse cuenta que mientras ellos preparaban sus armas para el gran negocio armamentista… nosotros los rosarinos oíamos en nuestro Teatro El Círculo el coro triunfante de la 9º Sinfonía de Beethoven, el sordo genial de Bohn que sigue cantando para todos los tiempos «la oda a la alegría», que se suma al «hemos de triunfar» de ese precioso negro inmortal que se llama Martin Luther King.
Nota publicada en Alapalabra