La decisión de la Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal de condenar a Fernando Carrera a 15 años de prisión por los hechos conocidos como la “Masacre de Pompeya” evidencia una vez más las dificultades del sistema judicial para desmontar tramas de encubrimiento en las que intervienen policías, fiscales y jueces. Difundimos el informe elaborado por el CELS.
Por Centro Estudios Legales y Sociales
Estas dificultades derivan en la imposibilidad de hacer justicia en casos viciados de irregularidades desde sus inicios, aún cuando existe un mandato de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
El 5 de junio de 2012, la Corte Suprema hizo lugar a un recurso extraordinario de la defensa de Carrera y dejó sin efecto el fallo anterior de los jueces de Casación por considerar que no habían realizado la revisión “integral, exhaustiva y amplia” de la condena que ameritaba el caso.
La Cámara, en lugar de realizar esa revisión exhaustiva que había ordenado la Corte, optó por un camino meramente formalista en el que se resiste a poner en duda la versión policial-judicial y funciona como coartada para no desarticular esas tramas. El tribunal orientó todos sus esfuerzos a encontrar argumentos que desacrediten a la defensa, a la vez que ignoró e invisibilizó elementos relevantes que muestran la responsabilidad policial en el encubrimiento de las irregularidades y en el desencadenamiento mismo de la tragedia.
Así, los integrantes de la Sala III desconocieron las complejidades que supone para una defensa probar sin sombra de duda las irregularidades policiales denunciadas, por lo que el proceso de revisión terminó siendo una coartada para confirmar lo ya decidido de antemano y no para hacer justicia.
En síntesis, el fallo transmite el mensaje de que la impunidad del accionar policial puede ser garantizada a través de las diferentes instancias judiciales y que las resistencias para desarmar la histórica trama de complicidades policial-judicial mantienen toda su vigencia. Entendemos que este debe ser un punto central del debate sobre la democratización de la justicia. Por esta razón, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) acompañó hoy a la defensa de Fernando Carrera en la presentación de un nuevo recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación para que intervenga en el caso.
Acceda a un informe sobre el caso en
http://www.cels.org.ar/common/documentos/Informe_Carrera_27.08.2013.pdf
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El Rati Horror Show
(extraído de www.elratihorrorshow.com)
El Rati Horror Show es un documental que retrata la dramática historia de Fernando Ariel Carrera, el caso de un hombre común condenado injustamente a treinta años de cárcel –no por error sino de manera deliberada– a través de la manipulación de una causa judicial.
La película toma como punto central la manera en que se fraguó la causa de Fernando Carrera: la manipulación y alteración de la evidencia en el lugar de los hechos; la manipulación por parte de la instrucción policial de los testimonios de los escasos testigos llamados a declarar; la manipulación de todos los medios nacionales por parte de Rubén Maugeri, testigo clave de los hechos y presidente de la Asociación de Amigos de la Comisaría 34.
Por otro lado, se muestra cómo Fernando Carrera lleva adelante su vida diaria en la cárcel, sabiéndose él también una víctima más de los excesos policiales y de un sistema judicial que lo condenó injustamente.
Inseguridad, Policía y Sociedad
La temática relacionada a la inseguridad se convirtió en los últimos tiempos en uno de los principales problemas que enfrentamos como sociedad. Más allá de la mayor o menor presencia en los medios de las llamadas olas de inseguridad, existe una sensación generalizada de que las calles son ahora más peligrosas.
Por otro lado, la institución policial es una de las principales encargadas de controlar el crimen y el delito. Resulta interesante cómo El Rati Horror Show cuestiona el accionar de la policía, mostrando que por lo menos algunos sectores dentro de la fuerza tienen comportamientos muy alejados de lo que esperamos de una fuerza policial capaz de cumplir sus funciones. ¿Quiénes nos cuidan? ¿Quiénes patrullan las calles de la ciudad?
Los excesos
¿No resulta excesivo que la policía dispare casi veinte veces en pleno barrio, a las dos de la tarde de un día de semana, al automóvil de un sospechoso?
La tarde del veinticinco de enero de 2005, en Sáenz y Centenera, la brigada de la Comisaría 34 confundió a Fernando Carrera con dos ladrones a los que estaban buscando. Para detenerlo, le apuntaron y le dispararon sin vestir ningún tipo de identificación policial. Al sentirse amenazado por un hombre que con medio cuerpo por fuera de la ventanilla de un Renault 9 le apuntaba con un arma de fuego, Carrera intentó escapar. Los oficiales de la Comisaría 34 iniciaron la balacera sobre su vehículo, disparando diecisiete veces; uno de esos balazos dejó a Carrera inconciente. El desenlace fue fatal: Carrera atropelló y mató a tres personas que cruzaban la calle. Cuando el auto se detuvo al impactar contra otro vehículo, los oficiales continuaron disparando. Fernando recibió en total ocho balazos, pero se salvó de milagro.
Aún si Carrera hubiera sido un ladrón escapando de las fuerzas de seguridad, ¿no resulta excesivo el accionar policial? ¿No resulta una exageración abrir fuego en la calle, en plena zona comercial de Pompeya repleta de transeúntes? Un tiro de la policía podría haber matado a algún peatón inocente. Eso fue lo que sucedió de manera menos directa: tras quedar inconsciente por un balazo en la cara, Carrera atropelló a tres peatones, entre ellos un niño de seis años. Y además, como si fuera poco, todo ocurrió a partir de un error policial: haber confundido el auto de Carrera con el de los ladrones a los que estaban buscando. El Peugeot 205 blanco con el que Carrera supuestamente cometió los dos robos y con el que escapaba de la policía estaba a su nombre. ¿No es llamativo que un supuesto ladrón salga a delinquir con un automóvil propio y con los papeles en regla?
La Justicia
El documental plantea que ante un hecho de esta magnitud, la Justicia debió encontrar un culpable y condenarlo con la pena máxima. Por otro lado, y a pesar del gran trabajo de los abogados defensores, el tribunal no consideró la hipótesis de que la policía pudo haber obrado de manera irregular para encubrir un error fatal: confundir a Carrera con un delincuente y provocar un desastre con tres muertos.
Estremece la sola idea de que oficiales de la Comisaría 34 intentaron –sin éxito– rematar a Carrera para evitar así dar cuenta de un error gravísimo. Pero Carrera no murió, y por el contrario está pagando con cárcel las muertes de tres personas inocentes que él atropelló por culpa de los policías.
Así como los familiares de las víctimas piden justicia, el documental se apoya en los argumentos de la defensa de Carrera para sostener que los responsables de la llamada “Masacre de Pompeya” fueron oficiales de la Comisaría 34, cuyo irregular accionar dio lugar a la tragedia.
La reacción popular
Como muestran las imágenes de archivo del día de los hechos, los vecinos de Pompeya expresan su repudio hacia Fernando Carrera, a quien la policía responsabilizó por las tres muertes. La espectacularidad del caso, la indignación de la gente y la versión policial se encargaron de construir la imagen negativa de Carrera: un asesino que no merece ser juzgado.
Una de las reacciones de la sociedad ante la reiteración de los hechos de violencia es el reclamo por el endurecimiento de las penas, e incluso la presión por la instauración de la pena de muerte. Como reacción a una seguidilla de crímenes violentos, a mediados de marzo de 2009 varios personajes de la farándula televisiva se manifestaron a favor de la pena de muerte, del endurecimiento de las penas, y de “terminar con la estupidez de los derechos humanos.”
El cine como herramienta social
El Rati Horrow Show no busca la confrontación sino brindar a través del caso de Fernando Carrera un panorama objetivo y crítico de la problemática de la Justicia y del accionar policial.
Además, entendemos el cine como una herramienta de incuestionable valor para poner de manifiesto cuestiones de interés para toda la sociedad, convirtiéndose en un espacio de diálogo con el espectador, con el objetivo de avivar la discusión, la crítica y la percepción de la realidad.
Por otro lado, la película pretende llamar la atención sobre el caso Carrera y motivar a las autoridades correspondientes a revisar el caso, reiniciar las investigaciones, y lograr que Fernando recupere su libertad.
De esta manera, El Rati Horrow Show es un retrato crítico de la realidad actual.