Hace 60 años un acontecimiento marcaba un antes y un después en la historia de Cuba y de toda América Latina. Un grupo de hombres y mujeres con Fidel Castro a la cabeza asaltaba el Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, comenzaba así la Revolución Cubana.
Por www.marcha.org
Podría haber sido una escaramuza más en la larga historia de enfrentamientos entre grupos insurgentes y Fuerzas Armadas en América Latina. Un grupo de rebeldes que se oponían a una dictadura sangrienta intentó dar un golpe asaltando un cuartel, fueron derrotados y en los días siguientes torturados y asesinados. El 26 de julio de 1953 podría haber quedado en eso.
Pero la historia fue otra. Los y las combatientes de aquella jornada fueron, como predijo su dirigente y más lúcido revolucionario latinoamericano, absueltos por la historia. Pero para comprender el asalto al Moncada es necesario ir un poco más atrás para entender los motivos que llevaron a esos jóvenes a iniciar el proceso que luego sería conocido mundialmente como la Revolución Cubana.
La independencia se ahoga en las entrañas del monstruo
En 1898 Cuba logra su independencia de España luego de tres años de lucha que en realidad tenían sus orígenes en el primer levantamiento de 1868. Sin embargo, poco antes de que la isla se declare liberada del colonialismo europeo, Estados Unidos declara la guerra a España y establece una democracia tutelada que alternó con gobiernos dictatoriales e intervenciones de los marines.
Así quedaba truncado rápidamente el sueño de José Martí (que falleció durante la guerra en 1895). El poeta y revolucionario cubano había escrito poco antes de su muerte que luchaba para “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”. Y agregaba: “Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas”.
Martí prepara el asalto al Moncada
El 10 de marzo de 1952 el sargento Fulgencio Batista había dado un golpe de Estado pocos meses antes de las elecciones. Se había roto así un frágil pero continuado orden constitucional generando descontento en amplios sectores de la población. 1953, se perfiló entonces como un año especial. Era, ni más ni menos, que el año del centenario del natalicio de José Martí.
El 15 de enero el estudiante Rubén Batista Rubio fue asesinado durante una represión a una manifestación estudiantil. Los universitarios se habían movilizado por la profanación que se había hecho al busto del líder revolucionario asesinado en los años ’20, Julio Antonio Mella.
Dos días después de la muerte de Rubio una enorme manifestación estudiantil llenó las calles de La Habana. Entre la multitud se encontraban los hombres y mujeres que meses después conmocionaron al país. Como alegó Fidel Castro, el ideólogo de ese plan fue el mismo José Martí.
De Siboney al cuartel
A 17 kilómetros del cuartel Moncada, en el centro de Santiago de Cuba, se encontraba la granja Siboney. Allí, los combatientes alquilaron una pequeña chacra a la que le dieron la fachada de establecimiento avícola. Primero llevaron las armas y luego los combatientes que eran, todos menos uno, de otras ciudades del país. Nadie, salvo la dirección del movimiento, cuál era el objetivo de ese traslado Siboney hasta el momento en que llegaron.
El 26 de julio de 1953 fue domingo. Desde la noche del sábado hombres y mujeres se preparaban en una casa a 17 kilómetros de su objetivo. No tenían bazookas, ni morteros. Tenían unos cuantos fusiles, casi todos comprados en armerías ya que muchos combatientes se hicieron pasar por cazadores de animales. Tenían carnets que los habilitaban a comprar y les fue tan bien que las últimas armas las adquirieron a crédito. Además habían obtenido uniformes del ejército. El factor sorpresa era la clave.
Sin embargo algo falló. Por ser época de carnavales la guardia del cuartel había sido reforzada y existían postas “cosacas” (que se movían de un lado a otro) en las afueras que rodeaban el regimiento. Los vehículos que transportaban a los combatientes chocaron con esta guardia y entonces “el resultado fue que el combate se empieza a desarrollar fuera del cuartel, y el combate tenía que desarrollarse dentro del cuartel” explicó Fidel en una entrevista de 1978.
De hecho, en la misma entrevista el líder cubano explicó que “si no llega a ocurrir el incidente de la pasta cosaca, nosotros tomamos el cuartel, porque la sorpresa era total. El plan era un buen plan. Y si fuera necesario hacer un plan ahora, con la experiencia que ya tenemos, haríamos un plan más o menos igual”. Pero no fue así.
Si bien en el combate murieron más soldados que revolucionarios, la dictadura desató durante los 4 días posteriores la tortura y el asesinato a prisioneros y heridos.
Una derrota militar que se convierte en victoria política
Como los hechos del Moncada tomaron notoriedad pública muy rápidamente, Fidel junto a otro grupo de combatientes esquivó la muerte. A cambio fueron enjuiciados y encarcelados en la Isla de Pinos. En el alegato de aquel histórico juicio Fidel expuso el programa y las motivaciones del movimiento. Ese discurso concluyó con el ya famoso “la historia me absolverá”.
Sin embargo la presión popular obligó a Batista a declarar una amnistía a los presos del Moncada que se exiliarían en México. Allí prepararían un nuevo grupo que adoptaría el nombre de esa fecha que pasaría a la historia: 26 de julio. Un médico argentino se incorporaría al grupo sin saber que ese sería su primer paso a la inmortalidad.
Fidel volvió a pisar Santiago varios años después. El 1 de enero de 1959, con Batista huyendo del país y al frente de un ejército rebelde que se extendía por todo el territorio de Cuba.
Este 26 de julio se cumplen 60 años desde que, en palabras de Fidel, comenzó “la última y definitiva etapa de la contienda por la independencia nacional”.