Llegamos a este Segundo Congreso constatando que los acontecimientos que a nivel mundial y regional ponen en peligro la salud y la vida de los Ecosistemas, y por tanto de los seres humanos, se han intensificado aún más… El avance de los modelos extractivistas, depredadores de las diversidades biológicas y culturales, es una constante, fundamentalmente en los países del cono Sur, pero también en el Norte donde las crisis se agudizan.
Las crisis financieras, de un modelo económico basado en el consumismo y la especulación, han profundizado las dificultades para acceder a los alimentos para millones de personas en el Planeta.
La crisis climática global, la contaminación de aguas superficiales y de acuíferos de agua dulce provocada por los modelos de producción impuestos, la disminución en la calidad de los alimentos (que, además, aumentan sus precios), las ciudades en las que respirar se vuelve un acto casi suicida por la cantidad de partículas en suspensión en el ambiente, la aparición de nuevas “epidemias” y el desarrollo y experimentación con nuevas vacunas y medicamentos, son algunos de los cotidianos desafíos que enfrentamos quienes dedicamos nuestra vida a entender los procesos de salud-enfermedad-cuidado de los seres humanos.
Este panorama se acompaña con la sanción de legislaciones que penalizan las movilizaciones y luchas sociales a favor de la vida y la salud de los ecosistemas, lo que ha permitido las persecuciones y encarcelamientos de militantes sociales a lo largo y ancho del territorio latinoamericano, tanto como el etnocidio ya no mas silencioso, y el asesinato de campesinos, estudiantes y trabajadores que luchan por un mundo con alimentos y salud para todas y todos.
También la aparición de “nuevas” propuestas de desarrollo energético, como el Hidrofracking, el “retorno” de la apuesta a la energía nuclear, tanto como la introducción de mas eventos transgénicos, amenazando irresponsablemente la integridad genética de nuestra especie, en un planeta cada día mas intoxicado con químicos, de los que poco o nada se sabe en términos de biodisponibilidad y capacidad de daño, suman a las catástrofes que durante estos días hemos compartido.
Al mismo tiempo nuestras vivencias en cada instante de este Congreso han sido las de la confirmación plena de que no solo hay un nuevo paradigma naciendo de nuestras entrañas a partir del dolor y las luchas que cotidianamente vivimos sino que ahora mismo lo estamos encarnando en nuestros compartir, en nuestros diálogos, en nuestras articulaciones, en nuestros sueños colectivos.
Sabemos, con humildad y sencillez, que somos la semilla de una nueva sociedad que el planeta reclama con urgencia. Y sabemos también que nos esperan tiempos oscuros y peligrosos, pero a los que sabremos poner luz y dignidad desde el amor, la solidaridad, el compromiso y la lucha. Y que son millones los que desde cada rincón del planeta están avanzando en la misma dirección.
Hoy nuestros compromisos se fortalecen en los NO que hemos dicho repetidamente en este Congreso:
– No al experimento global al que nos someten con los cultivos y los alimentos transgénicos. Seguiremos luchando por una América Latina y un Planeta Libre de Transgénicos, como única alternativa que garantice las bioseguridad y la alimentación de nuestros pueblos. Las clarísimas exposiciones científicas sobre la “mala ciencia” que los promueven que hemos compartido en este Congreso, no dejan lugar a dudas sobre la amenaza que significan los OGM.
– No a las fumigaciones masivas con agrotóxicos que nos enferman, matan y contaminan nuestras comunidades. Nuestras luchas locales para lograr legislaciones que nos protejan y limiten las fumigaciones se enmarcan en un compromiso por lograr, también, una América Latina y un Mundo libre de Agrotóxicos en el marco de otro modelo de agricultura. También hemos podido escuchar en estos días pruebas contundentes, tanto de los testimonios de las comunidades como de investigadores y profesionales de la salud comprometidos con las mismas, de los daños que este modelo productivo genera en todos los territorios. En este sentido, ratificamos lo proclamado en el 1er Congreso de Salud Socioambiental, al declarar a los agrotóxicos “armas de destrucción masiva”.
– No a la agricultura industrial y sus corporaciones, que depreda, contamina, nos expulsa de nuestros territorios, lleva al acaparamiento de tierras y es, finalmente, la principal responsable de los casi más de mil millones de hambrientos en el mundo.
– No a la minería contaminante que pretende licuar nuestros territorios extrayendo materias primas para alimentar a las grandes corporaciones y que desvasta nuestras tierras, contamina nuestras aguas y expulsa a quienes habitamos esos espacios, para convertirlos en pocos años en vertederos de sus residuos.
– No a las industrias extractivas energéticas que hoy, con el Hidrofracking a la cabeza de las apuestas hacia el “futuro”, pretenden seguir contaminando y alimentando al monstruo del consumo destruyendo la biodiversidad y amenazando con nuevos riesgos de contaminación y movimientos telúricos. Compartir el caso de los impactos de Texaco en la región amazónica ecuatoriana, con técnicas “convencionales”, nos pone en alerta y nos hace lamentar el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de Argentina, apoyado por el poder político, por el cual se liberó el embargo que pesaba sobre Texaco en este país.
– No al avance silencioso y mortal del asbesto/amianto en nuestros territorios.
– No a la medicalización de la sociedad y al poder de las corporaciones farmacéuticas (muchas de ellas son las mismas que las corporaciones agrobiotecnológicas) que amenaza la salud desde la fragilidad de aquellos que padecen enfermedades y que engrosan sus ganancias produciendo nuevas enfermedades y muerte.
– No a la mercantilización de la vida y la naturaleza.
– No al poder corporativo que corrompe y controla a gobiernos, ONGs y centros de estudios poniéndolos al servicio de sus intereses, vaciando sus discursos y cooptando sus prácticas, muchas veces, bajo los ropajes de “responsabilidad social empresaria”, expresión con la que el filantrocapitalismo rapaz pretende pasar por “verde”.
– No a la ciencia sin conciencia, al servicio de los intereses del poder económico y/o político-militar mundial.
– No a la criminalización de nuestras luchas y a la persecución y asesinato de nuestros dirigentes y militantes.
– Finalmente, No al capitalismo depredador que está amenazando a la humanidad y a la vida toda sobre esta, nuestra única casa, como nunca antes había ocurrido en la historia de la humanidad.
Pero son muchos más los SI con los que dejamos Rosario para retomar nuestras luchas en nuestros territorios:
– Si a la comprensión de la Salud como el ejercicio del derecho a luchar por una vida digna, fortaleciendo las diversidades y deconstruyendo las hegemonías, así como bienestar individual, interés colectivo y condición esencial para vivir libres. Entendemos que, en efecto, la libertad sustancial está disminuida cuando predomina la enfermedad. Pensamos en Salud, como construcción histórica, social, cultural, intrínsecamente vinculada a la cuestión ambiental.
– Si al amor como declaración política, desde un ámbito científico, como fundamento de toda acción humana, de la mano de una nueva ética para la vida.
– Si a la soberanía alimentaria como camino para recuperar el control de nuestros sistemas alimentarios y poder producir alimentos saludables y diversos, en armonía con los ecosistemas y con la posibilidad cierta y concreta de que nadie tenga que sufrir el flagelo del hambre. En este sentido, el ejemplo de los movimientos campesinos, los agricultores familiares, los huerteros urbanos, moviliza y contagia esperanzas.
– Si a la articulación en múltiples redes complementarias, diversas y sistémicas que fortalezcan un nuevo tejido social en el que los pueblos recuperen el poder sobre sus vidas y la política se resignifique como camino para construir el bien común sobre la base de la autonomía y la autodeterminación de los pueblos.
– Si a las Universidades Públicas trabajando codo a codo con quienes son su razón de ser: los millones de personas que sostienen con sus dineros al Estado. Exigimos Casas de Estudios que formen profesionales comprometidos con la búsqueda y generación de un conocimiento al servicio de las necesidades de la gente y no de las corporaciones o los intereses individuales. Las experiencias de Facultades como la de Cs Médicas y otras casas de la UNR, los trabajos de investigadores de la UNL, la UNLP, la UNRC, la UNC, compartidas en este Congreso, permiten asumir que esto es posible. En este sentido, repudiamos la intervención que ha sufrido la Facultad de Cs. Médicas de la Universidad de Cuenca, Ecuador, y nos solidarizamos con sus claustros.
– Si a una ciencia comprometida con la vida bajo la construcción de un nuevo paradigma decolonial que parta de un lugar distinto al impuesto por la modernidad eurocéntrica y los intereses a lo que esta responde.
– Si a un modelo energético que comience por cuestionar el actual consumo energético de nuestras sociedades, la distribución del mismo y que se fundamente en la utilización de energías renovables descentralizadas.
– Si a las semillas como patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad, libre de propiedad intelectual y de transgénicos.
– Si al nacimiento de una nueva sociedad basada en la solidaridad, la cooperación, la complementariedad, la alegría y el amor.
Cerramos este 2do Congreso Latinoamericano y 1er Congreso Internacional de Salud Socioambiental, convocándonos al próximo, en el año 2015, en esta misma Facultad, con la convicción de estar andando una verdadera hora de solidaridad inter y transgeneracional, de la que nos sentimos y sabemos artífices, junto a muchos miles de seres humanos que, en todo el Planeta, cada día trabajan para hacer realidad esos nuevos amaneceres que nos merecemos ver…
Aula Magna de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, Argentina, a los 28 días de junio de 2013.
Fuente: www.saludsocioambiental.com.ar