enREDando dialogó con Pablo Ascolani, referente de la Asociación de Estudios Culturales de Rosario, Arec, organización que cada año impulsa la Marcha Mundial por la Marihuana que se realiza en Rosario. Este año, el reclamo fundamental es la sanción de una nueva Ley de Drogas que despenalice la tenencia simple de sustancias ilegales y sea, además, un paso fundamental en la lucha contra el narcotráfico. Entre otros proyectos, solicitan que el Estado articule la producción y regulación del Cannabis.
Por María Cruz Ciarniello
Un porro comunitario gira alrededor de la plaza. De boca en boca, se saborea y perfuma el aire de una tarde con sol pleno en Rosario. La humareda dulce se mezcla como un soplo de libertad entre las cientos de personas, en su gran mayoría jóvenes, que se preparan para marchar por una nueva ley de drogas que ponga fin al procesamiento y penalización del consumo de las llamadas sustancias ilegales.
La convocatoria se realiza en simultáneo en todo el mundo. La conocida Marcha Mundial de la Marihuana, que se realiza desde el año 1999, se transformó en un encuentro multitudinario de personas de todas las edades que se reúnen con un único fin: alzar las voces contra la absurda batalla que propone Estados Unidos bajo el lema “Guerra contra las drogas”. En Argentina, las estadísticas dan cuenta de ello: por año se abren una 12 mil causas judiciales por infracción a la actual Ley de Drogas, de ese total, unas 8 mil tienen a los usuarios como imputados. Mientras tanto, el narcotráfico en todo el mundo constituye uno de los principales negocios del capitalismo actual.
El verde predomina. La hoja de la marihuana es el símbolo que se estampa en remeras y pancartas. Cada cual se arma su faso, suave y lentamente. El ritual comienza, mientras el tiempo se lentifica y el sol arde, y el calor va haciendo de las suyas en los cuerpos. La alegría, la sonrisa, son las principales protagonistas de la tarde. Música, pintadas, arte callejero. Todo es parte de lo mismo; de la misma lucha que libra una batalla contra fuertes imaginarios sociales. El cannabis es la que convoca a la gran mayoría de los marchantes. Legalizarla es uno de los principales reclamos de tantísimas organizaciones de usuarios y quizá, el que más se hace escuchar ya que además, la marihuana puede ser utilizada terapéuticamente para tratamientos de diversas enfermedades.
Sin embargo, hoy en Argentina, el cultivo y tenencia de cannabis es un delito. Y quien lo hace, “es un criminal”. Así lo afirma Pablo Ascolani, integrante de la Asociación de Estudios Culturales de Rosario, AREC, una de las organizaciones que motoriza el reclamo y que participó en el 2011 de los debates que se realizaron en el Congreso de la Nación. Allí, afirmaron: “La prohibición del consumo de sustancias ilícitas aumenta el daño de los tóxicos en sí. Es conveniente quedarse con el concepto de que cuanto más tóxica es una droga de consumo humano peor es el resultado de la prohibición de su consumo, teniendo al alcohol y la ley seca como ejemplo histórico.”
Más allá del colorido, cabe la pregunta. ¿Cuál es el sentido de la movilización? Ascolani, aclara: En primer lugar, lograr que en Argentina se sancione una nueva ley de drogas. Esto trae como consecuencia directa otro aspecto fundamental: que los consumidores y usuarios de las llamadas “drogas ilegales” dejen de ser penalizados y criminalizados por la tenencia simple de sustancias psicoactivas, como por ejemplo, el cannabis. “Después de 30 años de aplicación de la ley penalizadora hemos tenido un fracaso rotundo en relación a la disminución del tráfico y el abuso, que eran supuestamente sus objetivos. De manera que lo que se pide es que se sancione la ley de prevención y tratamiento de las adicciones que tiene media sanción en Diputados, y la aprobación de una nueva ley de drogas, que despenalice la tenencia de drogas para consumo personal y otorgue un marco de seguridad jurídica para el autocultivo personal o colectivo del cannabis”, plantea el referente de Arec.
¿Qué permitiría el autocultivo de marihuana?. Según Pablo, desfinanciar el narcotráfico, y por otro lado, “preservar la salud de los usuarios ante las adulteraciones que pueda haber en la marihuana del mercado negro, porque puede tener contaminantes químicos o orgánicos peligrosos. La persona se asegura la calidad, y por otro lado, desfinancia el narcotráfico, porque sino ese dinero cuantioso que genera las drogas, después, organizaciones criminales las reinvierten en otras actividades criminales”.
En la mesa de Arec, además de remeras, los militantes reparten folletería, guías prácticas para el autocultivo, consejos acerca de cómo consumir marihuana y uno de los diarios de la cultura Cannabis más reconocidos. Informarse es casi una necesidad para lograr un avance serio en el debate.
Otro de los reclamos que se alzaron en la tarde del sábado, fue el de avanzar en estudios de investigación sobre la producción del cáñamo industrial. ¿De qué se trata? “La confusión de la marihuana psicoactiva con el cáñamo industrial es otra de las mentiras y mitos actuales. Reclamamos por la investigación científica y la regulación de la producción de esta planta. Investigadores de renombre reconocen los grandes beneficios ecológicos a nuestra tierra que puede traer y que actualmente es saqueada de nutrientes cultivos de alta exigencia para los suelos. Por lo tanto, pedimos que se investigue la utilización de esta planta, como cultivo de rotación, y en materia de producción de fácil obtención de valor agregado, con la consecuente producción de empleo”.
El cáñamo es el nombre que reciben las variedades de la planta Cannabis Sativa; materia prima de fibra, alimentos, materiales para la construcción y combustibles, posee una gran versatilidad para la producción, generación de puestos de trabajo y reemplazo de importaciones. Fue cultivado durante muchos años en nuestro país, siendo récord mundial de exportaciones en la década del ‘40, así como materia prima para millones de alpargatas, cuerdas, aceites y mucho mas. “Sin embargo, una absurda prohibición impuesta en 1976 nos viene privando de una industria ecológica y económicamente sustentable”, afirman desde Arec.
Pablo Ascolani parece seguro en sus declaraciones. Conoce el tema y es consciente que la batalla que tienen que dar es una de las más difíciles. El narcotráfico necesariamente se vale del negocio ilegal y del mercado negro para su funcionamiento. Ahora, legalizar las drogas, ¿desfinanciaría el negocio? Sí, sentencia Pablo . “La guerra contra las drogas es una guerra absurda que lo único que hizo fue beneficiar a Estados Unidos, a las corporaciones y mafias involucradas en el gran negocio del narcotráfico. Esta guerra bajó de Nixón a Lopez Rega, la dictadura la hizo perdurar así como el neoliberalismo del menemismo. Es una excusa para la intervención militar de Estados Unidos a otros países”. Además, sostiene, la prohibición de la tenencia de drogas solo persigue al adicto, criminalizándolo.
El proyecto de ley para la prevención, asistencia e inclusión social para personas con problemas de adicciones, empieza a allanar el camino para sacar del sistema penal el consumo de sustancias y así, llevarlo al plano de la salud. Los estudios indican que dentro del universo de los consumidores de drogas, el 75 % son consumidores, el 20 % son abusadores y solo alrededor del 5 % tienen consumos problemáticos y requieren de un tratamiento.
“Al poner el acento en la personificación y demonización de la droga y el “combate” de la “guerra contra las drogas”, se desvía la atención de una posible solución más compleja, basada en la prevención, la inclusión social mediante la educación, el trabajo, el libre acceso a la información, la justicia social, salud, disminución de la brecha entre ricos y pobres, y otras variables”, afirma Ascolani.
Cannabis
Con respecto al uso del cannabis, el reclamo es incluso mayor. Penalizar la tenencia de marihuana para uso personal ha llevado a que muchísimas personas tengan una causa penal abierta. En el año 2009, la Corte Suprema de la Nación declara inconstitucional el segundo párrafo del art. 14 de la actual ley de drogas, declarando la actual política de persecución de los usuarios inefectiva en la lucha contra el narcotráfico, que aleja a los ciudadanos del sistema de salud y dificulta la operatividad del sistema judicial y policial. Un caso emblemático es el del mendocino William Vargas: fue condenado a 3 años de prisión por “tenencia simple” de 7 plantas de marihuana y posteriormente torturado en un penal de Mendoza.
Por otra parte, crear un marco regulatorio para el cultivo personal o clubes de cultivadores, según sostienen las organizaciones cannabicas, constituiría “un golpe al narcotráfico efectivo, obteniendo recursos para el Estado, para la prevención, educación y la verdadera lucha contra el crimen organizado, el lavado de dinero y los delitos asociados”. El control estatal, aparece así, como un punto esencial en el reclamo. «El estado debería articular la producción de cannabis medicinal o extractos estandarizados de cannabinoides y dispensarlos a través de sus efectores públicos a los pacientes que lo necesiten. Una articulación entre universidades permitiría seguir investigando sus usos, que no es atractivo para la industria farmacéutica porque no se puede patentar estas sustancias que acompañan al hombre desde siempre. En Argentina donde trabajamos seriamente sobre el uso racional de medicamentos, y priorizamos los medicamentos esenciales, la marihuana tiene que llegar a ser un medicamento esencial.»
Santa Fe con estilo uruguayo
Uno de los proyectos que tienen entre manos desde la Asociación y quienes conforman las agrupaciones y organizaciones cannabicas es generar en Santa Fe un modelo similar al que se estudia en Uruguay. Debido a que el cannabis puede ser utilizado terapéuticamente en tratamientos para paliar los síntomas generados por la quimioterapia, entre otros, se propone que el Estado articule la producción y la distribución del cannabis, repartiéndose en farmacias, dispensarios, hospitales, para que sea accesible a aquellas personas que no quieran o no puedan autocultivarse. Dice Ascolani: “Pensamos que ese modelo puede aplicarse perfectamente aquí. Luego de aprobada la ley de drogas, nuestra idea es presentar un modelo para Santa Fe, donde los santafesinos puedan, con un carnét, buscar su marihuana a la farmacia, para aquellos que no puedan o no quieran cultivarse, lograr una articulación entre el gobierno nacional y la provincia que comience a habilitar este espacio regulado a la marihuana”.
“Los cannabinoides son compuestos eficaces y seguros para sus usos vigentes; nauseas y vómitos asociados a quimioterapia, el aumento de ingesta calórica y peso en síndromes de emaciación por cáncer avanzado y VIH y dolor neuropático y espasticidad asociado a esclerosis múltiple y otras enfermedades neurológicas que cursan con esos síntomas. Esta eficacia y seguridad está probada de acuerdo a los requerimientos de la ciencia actual, es decir mediante ensayos clínicos doble ciego comparado con placebo o sustancia de referencia, randomizados o cruzados. Instituciones de máxima jerarquía y expertos de todo el mundo lo avalan”, explicó Arec en su exposición en la Cámara de Diputados en el año 2011.
Desde la organización, ofrecen el asesoramiento y la información necesaria para conocer de qué se trata el cannabis y cuales pueden ser sus usos. Para ello, es fundamental avanzar en un modelo de acceso regulado, con control estatal de la producción y distribución.
La batalla cultural es fundamental. Cada año, la marcha mundial convoca a más cantidad de personas, usuarias o no del cannabis, en defensa de los derechos y libertades individuales. “Somos conscientes que es muy difícil cambiar la realidad que genera el narcotráfico que ha aumentado en los últimos años y que en Santa Fe se ha evidenciado con la autonomías de las policías, pero la única manera es apuntar a la regulación de todas las drogas, disminuir el daño social y la corrupción y el avasallamiento de derechos constitucionales y humanos”. “Es el momento de abrir el debate en la sociedad. Peor de lo que estamos con respecto a las drogas no vamos a estar. Cualquier paso que demos, va a ser mejor. Hay que ir por más. Argentina tiene la oportunidad histórica de idear y producir políticas de drogas que den el marco a formas de relación más justas, racionales, eficaces y respetuosas de los derechos humanos”, vocifera Ascolani. Como consigna ineludible, el saludo, ante una plaza llena, es casi un código: “Hasta la victoria siembre”.