Con un fuerte anclaje cultural, con vistas de reivindicar y rescatar su historia como pueblo originario, la comunidad Qom ubicada en la zona noroeste de Rosario (Génova al 2500) presentó la revista “Miradas Abiertas” (Nloxoqpi Huesotañepi). Mitos, historia y leyendas se cuentan en esta publicación mensual escrita en castellano y en qom. La revista ya circula por las calles del barrio, abriendo paso a la integración y la participación. enREDando habló con Oscar Talero, referente de la comunidad y del centro cultural del barrio.
Por Estefanía Gimenez
Era la primera vez que iba al barrio, al interior del barrio, a pesar de que durante toda mi adolescencia y más también, recorrí esas calles en colectivo. Esta vez llegué acompañada por Emma, una compañera de Nodo Tau que todos los sábados a la tarde enseña informática a los chicos de la comunidad.
La calidez con que Oscar Talero y su compañera me abrieron las puertas de su casa, para luego ir al centro comunitario, es inexplicable. A través de sus relatos empecé a conocer mejor la historia de esta comunidad. Sus luchas por tratar de conformar cooperativas, de mantener puestos de trabajo, de lograr acuerdos para conseguir otros, todo se encerraba en la cara redonda de Oscar, quien me adentró sin problemas al relato de su vida en el barrio.
“Miradas abiertas” es el primer material escrito que tiene la comunidad Qom ubicada en Génova al 2500. El principal horizonte de la revista es rescatar la cultura y las tradiciones de la comunidad, surge de la iniciativa de los propios chicos, y de jóvenes de algunas carreras de las facultades de la ciudad, que asisten al centro cultural “Quadhuoqte” (que en qom significa “base”).
La participación de Oscar en el proyecto fue escasa, casi nula podría decirse, pero así y todo, es quien hace unos ocho años comenzó a edificar este sueño que hoy comienza a hacerse realidad. “Me puse muy contento cuando supe sobre la realización. La presentación fue el 7 de julio. En la comunidad uno se explaya en todo lo que se viene trabajando. Pero siempre pensé que estaba solo, y en realidad hay muchos compañeros y hermanos que también vienen con su aporte y granito de arena en lo que es la causa indígena de no perder ni las culturas ni las leyendas”, aclara. Y este es el punto central, reivindicar la causa. Darle más vida a partir de la revista.
Oscar me cuenta que el actor principal de la publicación mensual es Abel, quien hacia un largo tiempo tenía la intención de escribir algo en referencia a la cultura qom originaria, con el tema de las leyendas y los mitos. “Abel es secretario de la organización. Viene aportando desde hace mucho tiempo con la naturalidad de lo que es la comunidad”, dice, mientras a nuestro alrededor los chicos se preparan para hacer unas tomas con la cámara.
En referencia a la producción gráfica, los compañeros me van mostrando que incluye una reseña histórica de la comunidad y del centro cultural, asegurando que es una satisfacción para ellos mismos poder leer todo el camino que ya hicieron: “Pensé que esas cosas nunca se iban a saber”, asegura Oscar.
Lo particular de esta revista no radica en el diseño, sino en su escritura, en el lenguaje. El contenido está en dos lenguas, el castellano y el qom (o lengua materna): “La revista está escrita en castellano y en la lengua materna que es el qom. Hay varias agrupaciones de distintas facultades que participaron en la realización de la misma. Y se hace a partir de los talleres que se realizan en el centro cultural”, agrega.
Con la mirada puesta en el futuro
Se estima que hay cerca de 2000 personas asentadas en este barrio. La mayoría de las familias proviene de las provincias del norte del país. El último control arrojó una cifra de cerca de 500 habitantes, pero el número ya fue ampliamente superado.
Oscar Talero demuestra que su interés está puesto en los jóvenes y en lo que ellos pueden hacer para seguir manteniendo y transmitiendo su cultura. “Sin que lo cuente yo, lo vio desde afuera un hermano, la historia”, explica sobre Abel. “Me sorprendió que lo cuente tan detalladamente. Se habla también de las nuevas generaciones, de los jóvenes. La idea es ir ampliándolo” afirma.
Casi como un eslogan que va transmitiendo a su paso, Oscar asegura que cuando habla de la capacidad de todos se refiere a que “todos nos tenemos que ir desarrollando, dándonos el espacio que tenemos que tener como pueblo y como integrantes de esta comunidad. Las ideas se construyen de esta manera. Haciendo trabajo, que no sea una sola persona, sino que van apareciendo distintos actores”.
También explica que saben muy bien que “a la comunidad le sigue costando entender que nosotros podemos ser protagonistas de nuestras propias vidas, de nuestros propios trabajos, de saber qué es lo que queremos. Es parte de una lucha que tenemos con el tema reivindicación de la historia, de que nosotros no podemos depender de un político, o un puntero de movimientos sociales. Nos reunimos para poder definir y buscar la forma de poder profundizar lo que queremos”.
Desde un análisis antropológico, Oscar confiesa que él lo entiende como una secuela que queda en la gente, esa manera de esperar a ver si viene alguien. “Por eso nosotros tratamos de trabajarlo con los jóvenes, porque son ellos los que van a cambiar la historia”.
Fotografía, informática, producción audiovisual, producción de la revista, copa de leche, capacitación en oficios. Son algunas de las actividades que realizan los jóvenes que asisten al centro cultural. Quienes organizan estos espacios afirman que los asistentes también necesitan aprender.
Poniéndose como actor principal, Oscar señala que la propia comunidad debe pensar qué es lo que quieren para ellos. Resalta que desean “que la sociedad entienda que tenemos capacidad. Desde esta organización queremos demostrar que tenemos otra mirada. Una mirada abierta. El sistema hoy opera en cualquier ámbito, que nosotros no somos ajenos. Nosotros lo que queremos es integrarnos y que también la sociedad se integre con lo nuestro y eso es lo que nosotros tratamos de ir difundiendo y si es posible a través de la revista es mejor”.
De esta forma la comunidad deja la puerta abierta a la relación entre las culturas. Hablan su lengua, pero también la nuestra. La comunicación entre dos grupos distintos es posible, sólo hay que predisponer el entendimiento.