Había una vez un arroyo
La lógica mercantil y de acumulación gana terreno también en las islas cercanas a Rosario. Con preocupación, los integrantes de “El Paraná no se toca” denuncian el cierre de arroyos y advierten sobre el avance en las islas de intereses privados, sin autorización ni estudios de impacto ambiental. A través de facebook invitan a participar en la construcción de un Inventario del Agua y a involucrarse con el medio ambiente. Realizaron presentaciones para que el municipio de Victoria actúe, pero hasta el momento sólo se escuchan los pajaritos. enREDando conversó con la agrupación.
Por Vivi Benito
El agua del río fluye constante y lentamente. Desde su cauce, humedales y ciclos de vida, el Paraná nos abraza todos los días sin que nos demos cuenta.
Voy caminando por las calles de Rosario, la construcción de edificios crece como los yuyos entre las flores. Sin mucho sentido empiezo a contarlos, a la tercera cuadra desisto. Duele tanta desproporción. Cosecha récord de soja y mercado inmobiliario, un solo corazón.
Mientras camino -entre bocinazos y el caótico ritmo de la ciudad- pienso en el río, en sus microscópicos mundos, en toda esa vida que late bajo el agua. En la cualidad de la naturaleza para equilibrarnos.
En un bar céntrico, María Victoria Dunda, abogada de la organización “El Paraná no se toca”, me cuenta cómo se está modificando, también, el paisaje isleño, tras el avance de intereses privados.
Frente al río Paraná, en jurisdicción de Entre Ríos, la lógica mercantil y de acumulación está ganando terreno y sobran signos de preguntas sobre el modo en que actúan sobre los recursos naturales.
“Quienes estamos bastante volcados al río vemos en la zona de islas que la parte que está más alejada del ejido de Victoria, más alejada del Paraná, está siendo usada para intereses particulares, no sabemos en calidad de qué, si son propietarios, usurpadores, arrendatarios. Están utilizando las tierras con un dominio absoluto, modificando cursos de agua, terraplenando, metiendo máquinas de gran potencia en suelos que son movibles y dañando el ecosistema”, explica.
Según vienen observando, los privados avanzan siguiendo el clásico método del hecho consumado, y una vez construido y ocasionado el daño ambiental, es doblemente difícil volver atrás.
“La primera intervención que hicimos fue sobre el arroyo de la Cruz, que es un curso de agua que está cortado. Se hizo un pedido de informes a la municipalidad de Victoria, a través de una nota al intendente preguntado quien era el propietario de esos lotes, si se le había dado permiso para hacer ese endicamiento (cierre) del arroyo y si se había hecho el estudio de impacto ambiental, que es lo que la ley manda”, detalla la abogada.
Y continua: “Nunca nos contestó nadie. Lo único que hizo fue darnos el visto del expediente de una intimación realizada al supuesto arrendatario de esas tierras, intimándolo para que en 30 días desmonte el terraplén bajo apercibimiento de desmontarlo la misma intendencia. Pasó el plazo, no supimos más nada del tema. No nos dieron más curso al expediente y no nos atendieron más en la municipalidad”.
¿Cuál es el objetivo de estos avances?, le pregunto: “No lo sabemos bien, lo que sí es que hay un daño ambiental muy grande, que va a ser imposible de reparar, que se sigue haciendo, porque el daño es infinito, se produce todos los días que sigue el curso de agua cortado. Se supone que este terraplén fue hecho en 2005, sucesivamente y hasta hoy, mientras pasan los días se siguen produciendo daños al ecosistema”, sostiene.
En estos días el grupo descubrió nuevos cortes de cursos de agua a la altura del arroyo Los Meoncitos, frente a Capitán Bermúdez, e interpuso una nueva nota en la municipalidad de Victoria dando testimonio y denunciando el hecho.
Monocultivos en los humedales
“Hoy en día estos cierres del agua que ingresa a las lagunas se practican con el fin de ganar hectáreas para pastoreo, pero el día de mañana se utilizarán para monocultivos como el arroz o los cereales. Tenemos ya un ejemplo: la empresa llamada Bema Agri frente a Villa Constitución endicó una extensa zona de islas para practicar agricultura”, alertan en un comunicado.
Y los fundamentos para estar en alerta y organizados sobran. Basta con recordar lo que pasó en diciembre de 2011 con la aprobación por parte del gobierno entrerriano -a las apuradas y sobre tablas- de la ley Nº 10.092, que habilitaba la creación de la Sociedad Anónima «Arroz del Delta Entrerriano», otorgándole la titularidad de concesión por 99 años, «para la administración, transformación, desarrollo, aprovechamiento agroindustrial y explotación comercial, de las tierras fiscales de la Provincia que el Poder Ejecutivo provincial identifique como aptas para ser incorporadas al proceso productivo». Una verdadera locura.
A su vez, esta ley derogó la anterior, que prohibía la utilización de agroquímicos y la agricultura intensiva en la parte de los humedales que pertenecen a dicha provincia. Este irracional avance del gobierno de Uribarri enseguida se topó con la firmeza de organizaciones ambientalistas y de unos cuantos legisladores. Y en febrero de este año la ley 10.092 fue derogada.
En términos legales, la soberanía y gobernabilidad sobre los recursos naturales, a partir de la reforma constitucional de 1994, le corresponde a cada provincia. En cuanto al delta del Paraná, conformado por las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires, la regulación a su vez se enmarca en el Plan Integral Estratégico para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (PIECAS), un importante acuerdo firmado entre las tres provincias, mancomunados por la Nación.
“Es una herramienta importante que antes no estaba. En el marco del PIECAS se hizo un registro de datos con toda la información que se tiene sobre el delta de las tres provincias, una evaluación del impacto ambiental y algunas recomendaciones. Es un marco teórico común, sobre esto tan grave que recién hoy tiene auge: la deficiencia que hay en el continente de tierras fértiles, y de todo el avance de la agricultura extensiva a zonas que no son de agricultura y mucho menos para el ganado”, desliza María Victoria.
El río nos une, sumate!
El inventario del agua es uno de los proyectos actuales de la agrupación, invitan a todos os lectores/as a sumarse y participar. “El objetivo es tener pruebas cuando los emprendimiento privados corten madrejones, lagunas o arroyos. Proponemos que se fotografíe cada curso de agua, por pequeño que sea, que lo geo-posicionen con el Google Earth y que se titule la foto con la altura del río, con la fecha en que se tomó”, señalan (ver propuesta).
La falta de respuestas oficiales y el lento camino para lograr que se cumplan las leyes ambientales, no inmovilizan al grupo, al contrario. Victoria se muestra esperanzada con la participación social en las cuestiones ambientales y de la presión social al respecto:
“La gente tiene mucha más conciencia que antes y es una lectura que debieran hacer los gobernantes, en cada rincón de la Argentina donde haya recursos naturales en riesgo, la gente está solicitando que se tenga conciencia. Con la cuestión de minas en la zona de Cuyo y en el Norte, lo vemos con el río acá, los glaciares en el sur, con los desmontes en Formosa, en Chaco. El ser humano lo que más necesita por una cuestión biológica es de la naturaleza, por más que viva en un departamento en pleno centro, en todo su sistema, el sol, al agua, el aire, la tierra para pisar.
Hay mucha más conciencia porque la sociedad ve y sufre los cambios ambientales en su propio cuerpo, en su propia realidad y pide al poder político que tenga reservas sobre esto. Me pone muy contenta que se abran estos debates a los fines de crear conciencia, espero que la gente que tiene el poder de decisión sobre estos ambientes tome la posta y verdaderamente se comprometa a protegerlos y a explotarlos como corresponde”, opina, mirando hacia adelante.
En facebook el grupo El Paraná no se toca supera los 3000 miembros, que están continuamente conectados e informados en torno a la realidad del río. Las reuniones, de la que participan unos 20 compañeros/as, son abiertas a la comunidad y se hacen los martes a las 20 en el bar cooperativo Pichangú, ubicado en Rodriguez y Salta (Rosario).