Las voces de los chicos en libros escolares
La defensa de la educación pública también se hace desde la palabra y la expresión de los pibes. Dos maestras de Rosario, Laura Bianchini y María José Lombardo, realizan desde el año 2008 talleres de expresión en el marco de la currícula escolar. Las producciones del taller, que ahondan en la palabra de los chicos, en sus sueños, sus deseos, su imaginario, la fantasía, la creación de personajes, los mundos inventados y también, sus realidades cotidianas, se publican en libros editados por la Editorial Ultimo Recurso, que circulan por las escuelas de los barrios más marginados, y que muestran todo lo que los chicos pueden crear, sentir y decir.
Por María Cruz Ciarniello (Nota publicada el 12/11/2010)
¿Y si pudieras volar…? Si pudiera cambiar algo de mi… Si pudieras plantar un árbol…¿cuál sería su fruto?
Las palabras tienen el sonido misterioso y transparente de un niño o una niña de 4rto grado. Las preguntas alusinan con infinitas posibilidades de ser y hacer. Y las respuestas son un convite para viajar hacia el delirio y el deseo más profundo.
Ellas son luz que se encarna en la mirada de los pibes. Y desde allí, alumbran el patio de una escuela, el aula vacía, el pizarrón sin tizas, el mástil empobrecido, el salón con figuritas desparramadas en mil pedazos. Las palabras tienen magia. Y envueltas en esa mística que libera, emergen las interminables vueltas de la imaginación y la fantasía.
Un taller de expresión, en el marco de una currícula escolar, deriva en un libro que luego navega entre adultos y más niños, y traspasa las fronteras de un barrio para llegar a otro. Y disfrazado en juegos, dibujos y garabatos, ese libro esparce los sueños de los pibes, de los más chicos, de los que tantas veces son rotulados bajo el signo infame de la violencia que imponen los medios masivos de comunicación.
Laura Bianchini y María José Lombardo, ambas maestras de Lengua de la escuela primaria, se propusieron generar, a través del dictado de una materia, un increible mundo de duendes, deseos, sueños, héroes, árboles y palabras, explorado por los propios alumnos. Sin dejar de enseñar los contenidos curriculares, invierton el orden del sentido. Y de esta manera, aquellos niños y niñas de un barrio marginal, olvidado y marcado por las derivas de la pobreza, se sumergieron en una aventura sin fin, o, en todo caso, en un fin certero y luminoso: un libro escolar donde ellos y ellas comparten la palabra y se expresan, a su manera, con sus modos, bajo la rítmica de sus formas y sus decires.
La experiencia-aunque las propias iniciadoras no lo reconozcan-es sumamente novedosa. Tal vez, porque no estamos demasiado acostumbrados a reconocer en el ámbito escolar, un trabajo que profundice en la palabra y en la voz de los chicos, y que, al mismo tiempo, se plasme en un libro que circule en otras escuelas, en otros espacios. Y esto, indefectiblemente supone un quiebre con la vieja dogmática institucional.
En el año 2008 surge la iniciativa a partir de la inquietud de María José quien además, integra el colectivo Editorial Último Recurso. “Al estar trabajando en el área lengua, se me ocurre como forma de incentivar a los chicos a escribir, producir un libro. A partir de allí, planifico realizar un taller de expresión semanal, que fue posible gracias a la colaboración de Laura que era maestra integradora en ese entonces, en la Escuela N 299 del barrio Fisherton Norte”, nos cuenta María José, luego de que se realizara la presentación de las producciones en la Cooperativa Mercado Solidario.
El taller lo llevaron a cabo con chicos de 4rto grado de una escuela que padeció en la década del 90, como tantas familias, la erradicación de su lugar de origen, ya que en los terrenos que anteriormente ocupaban, hoy se erige uno de los barrios privados de la ciudad de Rosario. “El barrio está rodeado por countries privados, cruzás la calle y hay unas mansiones enormes. De hecho, hay un puente que cruza al lugar donde antes vivian, y nos dicen los chicos que hay siempre un vigilante en caballo que no los deja pasar, aunque sea un lugar público. El barrio es muy carenciado, con mucha desocupación, con problemas sociales y con problemas en la escuela misma para poder sobrevivir”, describe María José al tiempo que revaloriza el trabajo que produjo, como resultado, el primer libro “Los Guerreros y el libro de los siete candados”.
“Estas producciones nos demuestran que se puede trabajar y mientras uno lo hace, seguimos reclamando y luchando por lo que necesitamos para trabajar, y lo que los chicos necesitan para poder aprender.”
Durante la presentación, las dos maestras defensoras del derecho a la palabra y de la expresión, coincidieron en remarcar la importancia de visibilizar estas experiencias educativas, sobretodo porque, en su gran mayoría, la escuela pública aparece en los medios de comunicación para ser vinculada a hechos de violencia, paros docentes o problemas edilicios. Sin embargo, al interior de las escuelas circula, más allá de lo que vemos mediáticamente, una producción literaria que anuda en las voces más acalladas y silenciadas de los multimedios: las voces de los pibes. “Muy poca gente se pone a pensar que está pasando en estos lugares. Es una manera de mostrar a las escuelas desde otro lugar, otra mirada. Muchas veces hemos ido a los medios por distintos hechos, y porque es la única forma de que el gobierno conteste los reclamos. Con esto no vinieron los medios, pero para los chicos es otra forma de mostrarse”, aclara María José.
Para Laura “es imposible no sentir una emoción especial” al releer una y otra vez, los relatos de los chicos. “Creo que lo que más me sedujo de este proyecto, fue la idea de que los chicos tuvieran la posibilidad de ser feliz. Que pudieran sentirse haciendo algo que importaba, de poder contar lo que les pasaba, fuera algo bueno o malo, que lo contaran sin pensar que alguien iba a censurar o buscar la perfección ortográfica o literaria de lo que producían, que es a veces, lo que las escuelas buscan, que sea publicable”.
Precisamente, el objetivo de estos talleres y de los libros que se fueron editando con el apoyo de la Editorial Ultimo Recurso, no era buscar la perfección en la escritura, sino respetar las producciones y las estructuras que los chicos volcaban en sus textos, los que desnudan una mirada impregnada de imaginación pero también, de sus realidades más cercanas y cotidianas. Uno de los disparadores del taller surgió a partir de preguntas. ¿Si pudiera cambiar algo de mí…? Fue el interrogante que disparó diversas respuestas. Que nadie me pegue y nada más. Sería muy amable. Las manos y los pies. Cambiaría mis ojos. Cambiaría mi pelo y ser felíz. Cambiar mis pensamientos. Que toda mi familia me quiera. Ser flaca, como mi amiga Verónica.
La posibilidad de hacer tangible una experiencia en un libro, simboliza una práctica que revaloriza la palabra de los chicos. Es por ello que la idea de concretarlo, primó desde un primer momento. “Es importante que los chicos vean un resultado de lo que hacen, ellos necesitan por una cuestión de autoestima y de seguridad, ver algo concreto a partir de lo que hacen, por eso surge la idea del libro”, apunta María José.
Laura reafirma y expresa: “ Lo fundamental es que los chicos se sientan autores de este libro, de este texto, para también sentirse más autores de su vida y verlo materialmente palpado. Que esto se haya convertido en un libro, no es menor.”
Crear, imaginar, inventar, fantasiar, dibujar, soñar, personificar. Verbos que tienen como sustantivo una mirada diferente y una profunda necesidad de jugarle una pulseada a la vida, y también, a la pobreza. El libro y la escritura es para María José, la posibilidad de demostrar que los chicos sí pueden “y que ellos tienen que escribir su propia palabra, que puede ser diferente a la de los adultos y de sus compañeros, y es una forma de reafirmarse y de encontrar un espacio propio y también de un lugar colectivo, porque todos pudieron hacer ese libro.”
Margarita está muy triste porque su mamá la hizo pelear con sus mejores amigas. Ella tiene flores en la cabeza y además tiene un colgante en el pelo. Está sentada frente al mar y tiene ojotas de madera con medias. Hay muchos árboles, también hay rocas de color. Está el agua hermosa, hay pasto fresco. Es china, tiene un abanico y tiene un abanico con flores. Y eso es lo que dice. Yo estoy enojada con mi mamá porque allá van mis mejores amigas y ahora esto se terminó. Con quien me divertiré sentada sola, acá sentada, sola. Triste, muy triste. Yo tengo de recuerdo el abanico que me regalaron mis amigas. Nunca los voy a perder, yo me divertía mucho con ellas. Bueno, me tengo que ir a acostar porque sino, no me levantaré mañana para estar sola. (Del libro Los guerreros y el libro de los siete candados)
Un segundo libro
La primera experiencia que compartieron Laura y Maria José fue en la Escuela N° 299. Al año, cada una transitó por otras instituciones escolares, siempre inmersas en barrios donde hace falta casi todo. Y allí, las dos por separado pero siempre vinculadas entre sí, continuaron apostando a la expresión y la posibilidad concreta de escribir otro libro escolar. De esta manera, Laura Bianchini trabajó con sus alumnos de 7mo grado. El resultado fue el segundo libro, editado por Ultimo Recurso, que se llamó El recuerdo y que tiene en la tapa, un dibujo de Bianca, una de sus alumnas.
Cuenta Laura: “Yo luego fui a la Escuela N° 800, Joaquín Argüelles, de barrio Belgrano. Una escuela de barrio con mucho alumnado, con chicos un poco estructurados en cuanto a cómo escribir. Entonces, pensé… que bueno sería que cuenten lo que les pasa, lo que sienten, lo que piensen. Y los resultados fueron hermosos.” El nombre del libro, lo eligieron entre todos. Rocío escribe: “Fue una votación dura, pero sin embargo el nombre de este libro es “El recuerdo”. Durante años hemos tenido maestras con las hemos aprendido algo bueno. No solo a dividir, los nombres de los ríos y los sustantivos, también que el respeto y el compañerismo son muy importantes (…)”.
Este segundo libro explora en las diferentes maneras de contar: los NO que escuchamos, los NO de los adultos, cartas, historias. Y las temáticas se sumergen en la amistad, los animales, la naturaleza, los deseos, el futuro, los cuentos de terror, el misterio. La invención y la poderosa intención de crear mundos diferentes. “Trabajamos mucho con el tema del juego, de disfrazarse, de dramatizar. A los chicos siempre les llama la atención ver a los adultos riéndonos, disfrazándonos, esto de “hacer el ridículo” y prestarnos a hacer cosas de chicos que es lo que nos permite hacer contacto con ellos”.
El hacer del taller muchas veces es estructurado y otras tantas veces, se busca romper con el orden el escolar y generar un momento diferente, especial. Es crear esa atmósfera donde los chicos y las maestras se disponen a jugar con la palabra. Otro de los disparadores, nos cuenta María José, fue trabajar con imágenes y contar o describir lo que ellos veían. “veo un mono con su cría bajo la nieve. El color de sus pies es rosadito, su pelo grisáceo, sus ojos son grises y definen dulzura”.
En otros momentos, el trabajo consistió en crear e imaginar diferentes personajes, contar cómo eran, como estaban vestidos, qué les gustaba hacer. Y así, por ejemplo, surgieron los amigos imaginarios. Escribe Lautaro: “Era pequeño y de ojos saltones y dormía todas las noches conmigo. Le conté a mi mamá y me terminó llevando al sicólogo, pero lo seguía viendo y no le dije nada para que no se enojara. Cuando crecí me di cuenta que usaba el duende como si fuera un hermano”.
Actualmente, la Editorial Último Recurso trabaja en la edición y publicación de otro de los libros realizados por alumnos de la escuela N° 800, junto a Laura Bianchini. La temática, en esta tercera producción escolar, girará en torno a los cuentos de amor. “Se habló mucho del amor. No todos escribieron sobre el amor humano, algunos escribieron sobre el amor entre animalitos. No todos escribieron sobre el amor entre chico y chica. Esta bueno que puedan poner en juego todo este imaginario que tienen de lo que ven, ellos ven mucho más de lo que nosotros creemos que ven. Ellos se enamoran igual que los adultos y sufren de la misma manera.”
Al mismo tiempo, en la Escuela N°1315 donde actualmente trabaja María José, también se replicó la experiencia y esta vez, todos los grados de la escuela participaron en la producción y construcción del libro que refleja experiencias de docentes y relatos de los pibes.
Libros interescolares
Hay un sueño que desvela a Laura Bianchini y a María José Lombardo y es la posibilidad de hacer un libro interescolar entre 6 o 7 escuelas que trabajen con dinámicas y talleres de expresión. Es que el principal deseo de las maestras, es replicar la experiencia en otros ámbitos educativos y generar este intercambio de aprendizaje permanente entre chicos y adultos. Y, sobretodo, apostar, una y otra vez a la defensa de la educación pública. “La idea es seguir multiplicándolo, contagiar a otras escuelas” y mostrar, desde lo más simple y sincero que es la palabra de un niño, todo la magia, la fuerza , la fantasía, los sueños y también las más duras realidades que viven los pibes cotidianamente y que, intermitentemente, se filtra en los cuentos, en los personajes inventados, en los deseos postergados.
Federico Cabral vive en un campo y come pescado. Es blanco, flaco, sucio y nunca se baña. Tiene los ojos en las manos. No lo hace nada de contento, y lo hacen enojar porque vive en el piso y quiere vivir en una casa. No quiere vivir más en el piso. Por eso no quiere reírse.
Tanto Laura como María José no dejan de sorprenderse cada día con el trabajo de los chicos. Es una manera, para ellas, “de salirse de su lugar de adultos” y” de volver a encontrarnos” a pesar de que también, hay grandes dificultades que tienen que ver con la alfabetización. “Cuando yo los recibí estaban recién alfabetizados, y ellos pudieron interesarse en los talleres, las cuestiones poéticas que salen, y a pesar de que son textos de fantasía siempre se cuela la realidad, pero pueden expresarla de una forma no violenta, expresa María José.
Sin duda, la apuesta de esta experiencia es fundamental. Las voces, los ecos, los imaginarios y los sentires de los pibes a los que tantas veces se los ningunea y se los olvida, resuenan en cada palabra, en cada historia que ellos nos acercan a través de sus libros. Sumergirse en esta lectura es un paseo casi obligado y necesario. La invitación, es un pasaje a estos pequeños mundos llenos de magia, ternura, y una dosis innegable de realidad social.
Nos dice Laura: “Los invito a colgar en un cielo imaginario las estrellas guardadas en este libro, a disfrutar de historias de amor, cuentos, poesías, recuerdos y relatos de terror. Tocó la campana. ¡Vamos!.