Allí donde despuntan sueños
En la casita de Santiago 2815 (Rosario) todo el tiempo nacen sueños. Hay lugar para pensar con otros y generar nuevas miradas. Quince años después de haber sido recuperada de la usurpación militar, allí se tallan esperanzas y se las pone a rodar… Tomando a la Memoria como una de sus luces fundamentales, como un acto de recuperación histórica, que además del juicio a los responsables del terrorismo de Estado, implica la lucha contra todas las impunidades, las de ayer y hoy.
Por Vivi Benito (publicada el 1/4/2010)
Un par de adolescentes pasan por la vereda, miran para adentro y saludan. Ya entraron varios vecinos a preguntar sobre los talleres de teatro o la proyección de películas. “No hay función hoy señora, el viernes 9 de abril comenzamos con el ciclo de Cine. Tome un volantito e invite a su familia”, le dice uno de los chicos del grupo a una vecina, que le agradece y sigue caminando para el almacén.
El portón de la casita está abierto de par en par. Acaban de baldear el piso y el ventilador da vueltas al máximo. En el medio de esta sala, amplia y luminosa, alrededor de una baqueteada mesa blanca, despuntan sueños. Se tallan esperanzas y se las pone a rodar…
Desde que los integrantes del colectivo de la Casa de la Memoria pusieron manos a la obra con los arreglos y refacciones en la casita, y empezaron a ofrecer una diversidad de actividades, algo hizo clic en el barrio: “La gente se fue interesando porque la oferta es variada, a la gorra, es buena y los precios son populares. Por más que no les guste la historia de la casita, el barrio se acerca”, explica Mauro, que es parte de la ronda en torno a la mesita blanca.
La historia a la que se refiere Mauro, esa de la que aún cuesta hablar, se remonta al último golpe militar y está vinculada a la sistemática violación de los derechos humanos por parte del Estado, que en este lugar dejó sus huellas. “La casita tiene todo un simbolismo y carga ideológica, los vecinos son medio reticentes a eso, pero cuando nos vieron trabajando, haciendo cosas a pulmón, fueron viniendo más”, agrega, como sintiendo la necesidad de explicar que los militantes sociales no son seres de otro planeta.
Hace 33 años, un grupo de tareas del Comando del II Cuerpo de Ejército a cargo de Leopoldo Galtieri, secuestró y desapareció al matrimonio que vivía en la casita. María Esther Ravelo y Etelvino Vega militaban en la organización Montoneros, ambos eran ciegos. Desde su secuestro, en 1978, la casa estuvo usurpada. Pasaron 17 años hasta su recuperación. (ver nota)
“Somos miembros de una nueva generación que trabaja en la Casa, yo estoy hace casi 10 años. Nuestro funcionamiento tiene que ver con la complejidad de lo que es el conflicto social y político, nunca nos desvinculamos de esas situaciones que padecemos todos como pueblo. Las próximas actividades tienen que ver con la lucha de los pueblos originarios, que la reivindicamos como una lucha contra el capitalismo”, comenta Lisandro, haciendo referencia a una de las películas que se proyectará la noche del 9 de abril: “Por el camino del Malón de la paz”.
“Queremos que el barrio se acerque a las actividades culturales. Hicimos reformas técnicas, pusimos barrales, tachos de luces, tenemos una consolita, armamos una especie de sala de teatro. Queremos que haya cierto recorrido cultural, que el barrio circule y se vaya apropiando del lugar”, dice Carina, acompañando la expresión con la manos. Nos cuenta que se sumó al colectivo hace dos años, empezó dando un taller de teatro… y se quedó.
“En primera instancia trajimos los espectáculos del grupo, como herramienta para que la gente del barrio se acerque y conozca un poco la historia de La Casita. El año pasado hicimos un evento con los compañeros del Teatro del Oprimido, un encuentro con chicos con capacidades diferentes en el que vino gente del sur del país. La idea es interactuar desde lo artístico, que es lo que nos convoca”, agrega Hernán, compañero de Carina en la coordinación del espacio de teatro, que empieza el martes 6 de abril a las 20 hs.
Abrazar la memoria
Aquí dentro, la Memoria se expresa integralmente, a través del teatro, la producción audiovisual, de rondas materas, la formación política, con el relato de experiencias de luchas sociales sostenidas en todo el país. Entre los invitados que en 2009 visitaron el lugar, estuvo Moira Millán, comprometida activista del Frente de Lucha Mapuche y Campesina. (ver entrevista)
El puñado de sueños que lenta y constantemente toman forma en la casita, encuentra en la Memoria una de sus luces fundamentales. La Memoria como un acto de recuperación histórica, política y económica. Como un ejercicio continuo, individual y social, que además del juicio a los responsables del terrorismo de Estado, implica la lucha contra todas las impunidades, las de ayer y hoy.
“Estamos y apoyamos el juicio a los genocidas, pero creemos que la lucha trasciende los juicios. Esos compañeros murieron para construir otro tipo de sociedad, para que vayan también presos gran cantidad de responsables civiles, grupos económicos. No queremos cortar la historia, no debiéramos sólo vincular el genocidio al 24 de marzo, sino que el tema es más integral. La democracia restrictiva castiga hoy a los mismos que en los 70”, opina Lisandro, destacando la perspectiva compleja e integral que el colectivo hace del abordaje de la memoria y los derechos humanos.
“La lucha contra la impunidad contiene y pone en el centro a los organismos de derechos humanos, pero los excede. Para nosotros el abordaje es integral, no puede haber una política que le pretende pagar a los fondos buitres la deuda externa y que eso sea compatible con una política contra la impunidad. No se puede decir que el gobierno es coherente en su política de derechos humanos cuando veta la ley de los glaciares, cuando le renueva la concesión a las petrolíferas y les regala la concesión de los recursos por 30 o 40 años. Así no puede haber políticas sanas de derechos humanos”, afirma Beto Olivares, llamando a no reducir la lucha por los derechos humanos a los estratos judiciales.
“¿De qué vale bajar el cuadro de Videla si después los trabajadores están en negro?. ¿Cómo puede ser que el 30 por ciento dela población esté en la pobreza?”, se pregunta Olivares, abriendo el debate sobre un tema que afecta la calidad de vida del conjunto social.
Las preguntas circulan y los portones siguen abiertos. Afuera, 42 luchadores políticos, sociales y culturales de nuestra América Latina y el mundo, entre los que están San Martín, Sandino, el Che Guevara, Patricio Lumumba, Rosa Luxemburgo, Tupac Amaru, José Artigas, John Lenon, Marx, Martí, Pocho Lepratti y Fidel Tonioli, desde el mural del frente de la casita abrazan esa historia colectiva que se construye al andar…
Contactos:
Dirección: Santiago 2815 (Rosario)
e-mail: casitamemoria@gmail.com