Hace dos años un joven emprendedor concretaba la idea de brindar cursos de inglés a personas ciegas. Paso a paso la situación de aprendizaje fue moldeando el proyecto, tornándolo cada vez más abierto y colectivo. La diversidad tomó protagonismo sumando posibilidades por sobre las diferencias.
El brillante escritor y periodista Eduardo Galeano alguna vez dijo que las utopías caminan delante nuestro y que avanzan ni bien intentamos alcanzarlas. “Para eso sirven, para ayudarnos a caminar”, escribió. Y fue a partir de una idea utópica que dio sus primeros pasos el proyecto de dar cursos de lectura y traducción de inglés a personas ciegas. Una propuesta que con el tiempo trascendió sus propios límites, puso de relieve la necesidad de desandar prejuicios en torno a la discapacidad, así como de animarse a jugar en serio en el mundo de las diferencias. Como cada semana, desde enREDando nos metemos en el interior de una historia con luz y voces propias, en estos días charlamos con referentes del proyecto “Ceguera, un obstáculo que puede traducirse en oportunidad”.
En un principio, la propuesta pedagógica tuvo como destinatarios a jóvenes y adultos ciegos, que tuvieran un mínimo dominio de la lectura y escritura en sistema braille o con programas informáticos. Luego el trabajo se extendió a estudiantes del profesorado o traductorado de inglés del Instituto de Educación Superior (I.E.S.) Nº 28 Olga Cossettini. “Así se empezó a abrir y a generar una dinámica distinta, lo que te hace pensar el tema de otra manera, estando solo se me estaba complicando porque es como que te vas encerrando en tu propia lógica, y eso no era lo interesante, sino el echo de generar interacción”, analiza Julián Antonigni, traductor y coordinador del proyecto.“Si bien compartimos el medio de la oralidad para la enseñanza de un idioma, hay cosas que necesitan fijarse en braille, el alumno precisa tener registro de ciertas cosas, y con la oralidad algunas quedan en el aire”, suma su voz Virginia Monti, estudiante del traductorado.
“Hubo mucha búsqueda, investigación y consultas a personas que estaban en el tema de cómo transcribir un texto al braille, sea manualmente o por sistema informático, mucha gente te va asesorando, también la misma persona a la que le das clases te va diciendo cómo prefiere que le presentes un material escrito, te enseña durante la práctica”, expresa Julián, que prefiere hablar de personas con distintas características, más que de discapacitadas. “Una de las falencias del comienzo quizás fue que inicié esto solitariamente. Nunca había dado clases a una persona ciega, no sabía qué necesidades podían surgir, fue para mí un desafío”, dice el referente, agregando que el curso tuvo lugar en la sede del Movimiento Unidad de Ciegos y Ambliopes de Rosario (Mucar).
La interacción docente-alumnos dio lugar a los aprendizajes compartidos y la experiencia se tornó más colectiva y dinámica. “Se empezó a dar esto de que cuando uno va a enseñar, el que más aprende es uno. A partir de los mismos alumnos surge también la idea de convocar a más gente que esté en el área de inglés”, comenta Antonigni.
Andando
En estos años el proyecto contó con el apoyo de la secretaría de Cultura de Santa Fe y del Fondo Nacional de las Artes (secretaría de Cultura de la Nación). La experiencia fue presentada en Congresos de Discapacidad realizados en Buenos Aires y Salta.
Durante el primer año los contenidos estuvieron orientados a la promoción de la lectura y la conversación. La planificación luego incluyó el trabajo con textos literarios, principalmente de Jorge Luis Borges. “Esperamos que la concreción del proyecto se traduzca en cambios de comprensión y comportamiento de los participantes con y sin ceguera en cuanto a las diferencias humanas, favoreciendo así las condiciones para una mayor equidad de acceso a las oportunidades educativas, expresivas y laborales”, destacan entre los objetivos fundamentales.
Mirando hacia adelante, los referentes mencionan entre los puntos a reforzar, la necesidad de contar con un respaldo institucional más firme que legitime su trabajo. “En este último tiempo fuimos viendo una falta de apoyo institucional, y nos sentimos un poco encerrados, ahora estamos pensando en la idea de abrirnos y llevar esto a otros ámbitos, aunque no estén relacionados con la ceguera”, explican. “Un problema importante es la desinformación, o la poca disposición a informar. No hay una política al respecto para que se conscientice más a la población. Hay muchas organizaciones que trabajan con personas ciegas pero muy poca comunicación e intercambio entre ellas”, subraya Julián.
Durante la entrevista, Virginia y Julián destacan la riqueza de la experiencia tanto a nivel humano como pedagógico, la intención grupal de socializarla, como también de poner a disposición el material bibliográfico y la información recabada, para quienes deseen replicarla.
”A nivel más general este trabajo nos hizo reflexionar acerca de los lugares sociales que ocupamos, también como docentes en un sistema educativo. A veces se cosifican las discapacidades, la ceguera, la sordera, hay toda una aproximación de ir a ayudar al otro. Somos portadores de prácticas y saberes, y el otro también, este tipo de contactos te hacen relativizar las cosas”, sostiene Antonigni. “En el proceso de aprendizaje ves que el otro está afectando tus prácticas, que hay un ida y vuelta, es propio de la construcción colectiva de un saber”, suma Virginia completando la idea.