Al calor de un techo común
En Rosario decenas de personas pasan la noche en las calles céntricas, la situación movilizó a un grupo de jóvenes a comprometerse con la problemática y juntos crearon un refugio en el que ofrecen mucho más que un techo. Proyectan retomar las actividades a principios de junio, ni bien puedan concretar el alquiler de una casa en la cual trabajar.
La calle es el territorio del tránsito, de los caminos, de los reclamos, del arte callejero y de las historias por contar. En esta América Latina de las desigualdades también es para muchos su techo, un domicilio sin dirección precisa y con habitaciones improvisadas. En Rosario, decenas de personas transitan particularmente el centro de la ciudad, siendo la calle el rincón donde el sistema los ha empujado con la fuerza de la exclusión.
“En general son pocas las mujeres que viven en la calle, la mayoría son hombres más bien de 40 años para arriba. Nosotros trabajamos con mayores de 21. Siempre que se pueda hacer algo e integrar a determinado grupo es más importante que no hacer nada. Es importante poder volcar las inquietudes en un proyecto y dejar de pensar en que estaría bueno hacer algo”, dice Jimena, integrante Sol de Noche, un refugio totalmente autogestionado pensado para alojar a gente que duerme en la calle, desde enREDando charlamos con los hacedores del proyecto que pone su mirada sobre la problemática.
“En otra época en la calle estaban los crotos, en los últimos años hay mucha gente de clase media que ha perdido todo y ha terminado en la calle. Algunos por no tener trabajo, la mayoría con alguna adicción, alcohol o drogas, lo cuál a veces hace más difícil la convivencia en el refugio”, comenta Jimena con relación a la población que actualmente vive en la calle. “Más allá de ofrecerles un lugar, nos planteamos realmente poder pensar y generar algo para después, queremos que con ese impulso puedan arrancar con su propia vida y seguir con sus cosas”, explican desde la agrupación.
La Asociación Civil se constituyó con la intención de concretar acciones en torno a la situación de las personas que habitualmente duermen en las calles céntricas de la ciudad. “El proyecto en sí nace en julio de 2007, pero Elizabeth ya había mandado algunas cartas de lectores a La Capital, planteando la situación de las personas de la calle. El año pasado que fue un invierno muy crudo, habían muerto hasta ese momento cinco personas, entonces se decidió abrir lo más pronto posible aunque sea de manera improvisada. Se fueron consiguiendo las donaciones, tanto de ropa, colchones y demás”, continúa Jimena. El refugio como lugar de resguardo y acompañamiento funcionó hasta septiembre del año pasado en “La Trinchera”, un Centro Cultural que les prestaba el local durante la noche. “Ese fue el mejor lugar que se encontró, estábamos en Fader 3211 (a la altura de Rivarola al 7500). Era una zona muy compleja, a la noche muchas veces se cortaba la luz, pero improvisamos y logramos trabajar muy bien”, nos comenta el equipo.
Mano a mano
El trabajo estaba organizado entre las 19 y las 7 de la mañana, los voluntarios se dividían en dos turnos y todos los días preparaban la merienda, cena y el desayuno. “Todo lo hicimos en base a donaciones, no había otros recursos, incluso poníamos de nuestro bolsillo para terminar de cubrir los gastos, pero dentro de todo lo pudimos ir manejando. El momento más problemático fue el último mes, había mucha gente para asistir y éramos pocos para cubrir los turnos”, expresa la referente. Por entonces, el grupo se replanteó la forma de trabajo, se reorganizaron y coincidieron en la constitución formal de la Asociación Civil.
“Además empezamos a tramitar con más tiempo un lugar para poder funcionar, un espacio que sea más amplio, donde no tuviésemos restricciones con las fechas y horarios para trabajar”, expresan. Desde principios de año el grupo está buscando una casa para alquilar y lograr reinstalarse, posiblemente se muden a la zona noroeste de la ciudad pero aún no está confirmado el alquiler del lugar. “En estos meses nos cruzamos con varias personas y por suerte algunos de los que estuvieron en el refugio consiguieron trabajo, igualmente recorriendo el centro vimos que hay mucha gente nueva, ya me llamaron varias personas preguntando cuándo abríamos preocupados porque se viene el frío”, desliza Elizabeth.
Hacer con otros
Quienes asistían al refugio se movilizaban en colectivo, llegaban por derivaciones de la GUM o por algún llamado particular, el equipo de jóvenes llegó a albergar a 25 personas por noche. “Le pedimos a la GUM ayuda para organizar mejor los traslados, nos la prometieron pero ahí quedó”, señalan lo dificultoso que les resulta articular acciones con el Estado municipal. “Tuvimos varias reuniones con Susana Bonadía, que es la directora del PAI (Programa de Asistencia Inmediata) desde el cual asisten a la gente en la calle. Ahora directamente estamos yendo a presionar al Concejo, para que se cumpla la Ordenanza que está vigente, sobre la creación de un Centro de Noche para mayores. Se promulgó en mayo de 2007 y todavía no está en práctica, son más de cien personas las que están en la calle, y nosotros sólo podemos trabajar con 20”, comparten la preocupación.
En este andar solidario los Sol de Noche se fueron encontrando con otras organizaciones que trabajan la problemática, están en contacto con el padre Santidrián, a cargo del otro refugio que funciona en la ciudad, y también con la gente del Ejército de Salvación, que según nos comentan, ahora está cerrado porque no tienen más el subsidio municipal. “Queremos hacer como una especie de red para saber dónde ir derivando a la gente”, proyectan a futuro, sin perder de vista las exigencias al Estado como responsable y garante de los derechos humanos fundamentales.
Contactos:
Elizabeth Baez, Te: 0341 – 156762999
E-mail: refugiosoldenoche@hotmail.com
Blog: www.soldenocherefugio.blogspot.com