Desde los años 50 la institución de corte anarquista fue clausurada reiteradas veces, en 1987 logró recuperarse y sigue adelante, cuenta con más de cinco mil libros. Se propone como un espacio de construcción política y cultural.
Desde su creación en el año 1946, la biblioteca Alberto Ghiraldo ha funcionado en distintas zonas de la ciudad, compartido el espacio con otras organizaciones y resistido la censura del Terrorismo de Estado. Sus impulsores recuerdan el sótano de los anarquistas de Mitre al 700 como un clásico de las reuniones en el que se encontraban militantes de distintas fuerzas políticas después del 55. Desde hace casi dos años la institución está ubicada en el macrocentro de Rosario, en Sarmiento 1418, las bicicletas “estacionadas” en la puerta llevan a imaginar que estudiantes y trabajadores son quienes habitualmente la visitan.
A través de una dinámica asamblearia y autogestionada un grupo de compañeros/as lleva adelante la biblioteca, con inquietudes y una fuerte convicción, la búsqueda del cambio político social a través de la difusión de obras clásicas del pensamiento anarquista. También tienen a disposición otros materiales históricos y realizan variadas actividadescomo charlas debate, presentaciones de libros y proyecciones de video, a su vez están vinculados con proyectos de trabajo en barrios.
Durante la charla subrayan la necesidad de articular esfuerzos entre agrupaciones, de promover espacios críticos de reflexión y debate, donde quepan las discrepancias y se busquen alternativas políticas inclusivas, no autoritarias. Ponen el acento en las prácticas cotidianas con respecto al trabajo educativo y barrial, sosteniendo que el cambio social se gesta día a día, por sobre los discursos.“Hoy la biblioteca se está manteniendo con la cuota de los socios que es de cinco pesos. Cuando nos mudamos acá terminamos de clasificar los libros, tenemos más de cinco mil”, expresa Federico y comparte el mate.
En la Ghiraldo puede consultarse la colección casi completa de “La Protesta”, que es el decano de los periódicos anarquistas, cuya primera edición fue en el año 1897; como también leerse el periódico El Libertario, de la Federación Libertaria Argentina (FLA). “Participa gente de distintas generaciones, desde los 15 a los 70 pero hay un predominio de la franja que va de los 20 a los 30, hemos logrado un relevo generacional”, dice Carlos Solero, profesor de Sociología y uno de los primeros militantes. Carlos analiza como un cambio positivo que los más jóvenes hayan tomado la posta en la biblioteca y que tengan una participación más activa. A la vez apunta como una falencia más bien social la dificultad de sostener la participación en el tiempo.“Hay una gran tendencia a la delegación, en el fondo hay que ver cuánto tiempo está dispuesto a dar cada uno, ésta es una etapa de egoísmo y lo peor es que está legitimado socialmente”, sostiene.
Toda una vida…
Entre mate y mate nos cuentan que la biblioteca nació en el año 1946 junto con la creación de la Unión Socialista Libertaria de Rosario (USL), que era un agrupamiento de Socialistas Libertarios o Anarquistas. “En el 66 se adopta el nombre de biblioteca Alberto Ghiraldo para poder funcionar durante la dictadura de Onganía que dio el golpe contra Illia y se prohibieron las actividades políticas. Las bibliotecas en sí padecieron la persecución del peronismo, en el 50 surge la Ley Visca, momento en el que salen a perseguir a la izquierda, se quema la Casa del Pueblo en Buenos Aires, se persigue a los comunistas y a los anarquistas. Se clausuran locales partidarios, sindicales y bibliotecas”, recuerda Solero los años de censura.
Después de 1955 funcionaron en Mitre 737, en el sótano de los anarquistas. “Allí se comienzan a reunir además de la USL, una agrupación llamada Defensa Activa de la Democracia (DAD) que era una confluencia de fuerzas políticas que estaban en contra de Perón (radicales, socialistas, demócrata progresistas, liberales y algunos anarquistas). También estaba el Comité de recuperación sindical, que promovía la recuperación de los gremios que estaban en manos de la burocracia sindical peronista”, comparte Carlos parte de la lucha histórica. Las actividades que se desarrollaban eran múltiples, hasta 1976, momento en que se traslada la biblioteca y el mobiliario a un domicilio particular. “En 1981 es allanada, es detenido el compañero, su compañera y el hijo de ella. Es secuestrada la biblioteca por parte del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército. Luego, a través de una causa judicial deben devolver la biblioteca. Se recuperaron la mayor parte de los libros”, dice Solero, trayendo al presente escenas de una historia gris transcurridas hace treinta años.
¿Porqué Alberto Ghiraldo?
La elección tiene que ver con la mirada amplia, pluralista y llena de matices que tenía Ghiraldo, quien fue escritor, publicista, anarquista, político y abogado argentino, nacido en 1875. “Ghiraldo vivía cuando la biblioteca fue creada, estaba exiliado en España desde hacía años. Por su pensamiento dentro del anarquismo, fue un militante anarquista desde joven, fue un popular poeta de tango, escribió obras de teatro y fue director de La Protesta en épocas difíciles como la Revolución Radical de 1905 en la que estuvo preso. Fue uno de los fundadores de la FORA; como delegado de los estibadores portuarios de Villa Constitución”, referencia Solero.
Cruce de puntos de vista
El espacio asambleario es uno de los ejes centrales en el proyecto de construcción política y cultural, tiene un importante lugar la puesta en común de puntos de vista hacia un análisis crítico de la realidad. “La libertad que hoy tenemos no nos la dio el gobierno sino la lucha popular, es una cuestión a debatir, creo que hay gran hipocresía en la democracia liberal de la burguesía. En la biblioteca se discuten estas cosas, creo también que las nuevas generaciones no valoran la posibilidad de expresarse libremente, que entre otras cosas implica acceder a la información y difundir el pensamiento. Hay que saber diferenciar que hoy podemos ir a las librerías y comprar libros de Bakunin (uno de los fundadores del anarquista), de Malatesta (figura del anarquismo italiano), de Marx o las obras del Che Guevara. A nosotros eso nos implicaba la vida o la muerte, la prueba la tenemos en que eran capaces de secuestrar una biblioteca como si tuviéramos un arsenal de armas”, reflexiona Solero. De hecho los libros son herramientas de combate ideológico, por eso desde hace siglos desde tantísimos espacios dispersos por todo el mundo, sigue extendiéndose la resistencia popular hacia nuevos horizontes políticos y sociales.
CONTACTOS:
Mail: ghirald@hotmail.com
Sarmiento 1418, Rosario De lunes a viernes de 17 a 20 hs.