Más de 12 mil libros pueden consultarse en esta biblioteca situada en el corazón de Pichincha. Llevan más de una década trabajando con la lectura y creativos espacios de taller. Aseguran que no es fácil revertir el imaginario social que vincula a la biblioteca con un lugar silencioso y aburrido.
Un naranja suave la viste de cuerpo entero, sus curvas y persianas se exhiben en un verde seco brillante. Linda y erguida sobresale entre las demás, allí en Ovidio Lagos al 300. Es una casa antigua e imponente en la que viven gran cantidad de historias, cuentos y novelas. En esos salones de piso de parqué y techos altos habitan millones de palabras repartidas en más de doce mil libros. Las paredes se esconden detrás de las estanterías tapizadas con todo tipo de libros que están allí puestos esperando que algún lector los elija y acaricie.
Esta casa lleva el nombre de una mujer vanguardista que poetizó temas tabúes a principio del 1900. Una mujer cuya herramienta de trabajo y de lucha fue la palabra. Ella defendió el rol social de todas las mujeres como pensantes, más allá de lo dado como establecido en la época. Esa mujer nació en Suiza, vivió también en Santa Fe, Buenos Aires y Rosario. Alfonsina Storni, lúcida y desafiante escribió en un artículo publicado en la revista La Nota en 1919: «(La mujer) Podrá no desear participar en la lucha política, pero desde el momento que piensa y discute en voz alta las ventajas o errores del feminismo, es ya feminista, pues feminismo es el ejercicio del pensamiento de la mujer, en cualquier campo de la actividad.»
Esta semana visitamos y conocimos la historia de la biblioteca popular Alfonsina Storni, estuvimos compartiendo la charla alrededor de una vieja mesa marrón oscuro. Mientras Juan Manuel colaboraba con el sellado de libros, Gilda y Fabiola nos contaron el trabajo llevado adelante desde el año 1990. “Empezó a funcionar acá a la vuelta por calle Tucumán, en un local donde antes estaba la biblioteca rusa”, recuerda Gilda. “Luego se mudó a la calle Rodríguez al 700 y después en el ’95 compraron acá donde funcionamos hoy”. En un principio el local era más chico, se compró en comodato y poco a poco se fueron recuperando piezas y convirtiendo en lo que son las aulas, utilizadas para trabajar en distintos talleres.
“Tenemos 12.200 libros catalogados y otro montón más sin catalogar”, comenta Fabiola y dice que la biblioteca dio sus primeros pasos con apenas 500 libros. Hoy casi no dan abasto con tantos volúmenes, por eso más de una vez derivan donaciones a otras bibliotecas como la Pocho Lepratti o Gastón Gori.
Entre mate y mate nos explican que el público lector que más se acerca está conformado por personas mayores de 45 años, y que sus preferencias son las novelas.
“También están los chicos del EGB y Polimodal que vienen por cuestiones de estudio, después hay una gran franja que desaparece, que son los adolescentes, ellos vienen muy poco”. Señalan como una generalidad que la gente no se queda a leer en la biblioteca sino que se lleva los libros a su casa. Opinan que esa situación puede relacionarse con la falta de costumbre y la idea de creer que estos son espacios aburridos y cerrados. “Yo tengo unos chicos universitarios que vienen siempre a estudiar, toman mates. Otros pasan y preguntan si pueden entrar, este es un espacio público, abierto para quien tenga ganas de venir”, señala la secretaria y le pone azúcar al mate.
Mencionan que a través de los distintos períodos por los que atravesó la Storni hubo una época problemática, lo que hizo que algunas personas se alejen. Desde hace un tiempo el equipo de trabajo está tratando de revertir el concepto de la biblioteca como lugar para unos pocos. Buscando resignificar el espacio para que se de una apropiación y utilización más abierta por parte de los vecinos y ciudadanos en general. En ese sentido funcionan varios talleres para chicos y grandes. Entre las actividades ofrecidas en el año están: tejido a dos agujas, crochet y telar, guitarra, taller literario, informática, plástica, tango. “Nosotros le ofrecemos el espacio a los profesores y convocamos a la gente, ellos se organizan cobrando una cuota mínima y nos dejan un porcentaje en la biblioteca”, dice Gilda y agrega que también viene una fonoaudióloga a trabajar con los más niños.
Apoyos y sostenimiento
La Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (CONABIP) es un organismo nacional que depende de la Secretaría de Cultura de la Nación, tiene por objetivo el apoyo y promoción de las bibliotecas populares. Según la entidad en la Argentina existen más de 2000 Bibliotecas Populares. En el año 1986, la Ley 23.351 de Bibliotecas Populares estableció los objetivos y el funcionamiento de la Comisión, y creó el Fondo Especial para Bibliotecas Populares. “Nosotros estamos adheridos a la Conabip, en Rosario hay 23 bibliotecas populares. Una de las condiciones para serlo es que no esté en el marco de una escuela, que sea una institución independiente”.
El sostenimiento de la institución se da a través de subsidios y un pequeño ingreso por medio del aporte societario. Son alrededor de 120 los socios que mensualmente abonan tres pesos. Cada año la Conabip les envía un subsidio, como al resto de las bibliotecas populares del país. “Ahora también organizamos té-bingo los sábados a la tarde para juntar unos pesos y tenemos pensado hacer choripaneadas”, relata la presidenta de la Comisión y pasa el mate. A su vez integran la Asociación de bibliotecas populares que funciona en Rosario y figuran en la Comisión de Bibliotecas Populares de Santa Fe (Cobipsa). También participan de los encuentros que se desarrollan a nivel nacional, “el año pasado se hizo en Santa Fe, no siempre podemos ir por los costos”, acota Fabiola y se levanta a atender a un lector.
De lunes a viernes de 16 a 20 están abiertas las puertas de esta casa de tonos naranja pastel, invitando a los vecinos a seguir siendo parte del crecimiento del barrio y de la ciudad. Allí en Pichincha, uno de los barrios que más escenas guarda de la historia rosarina, la biblioteca Storni lleva consigo miles de palabras que nombran esa historia y tantas otras por fuera de nuestra geografía.
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