Las tecnologías digitales, redes sociales, dispositivos móviles y aplicaciones se convirtieron en parte de nuestra vida cotidiana, pero también en herramientas para la acción. La política, la organización, los movimientos sociales, la militancia en la Argentina está presente y activa en las redes ¿Qué relaciones se tejen entre los movimientos de mujeres, las movilizaciones en las calles y los espacios digitales? ¿Son estos lugares virtuales seguros e igualitarios, libres de violencias misóginas?
Por Laura Charro
Foto: Dominemos la Tecnologia
[dropcap]E[/dropcap]l 2016 en Argentina fue el año de las mujeres. Ante la violencia machista que nos mata cada 30 horas, nos coarta libertades y derechos, respondimos con organización, con un movimiento masivo que tomó las calles, con un paro de actividades simbólico replicado en gran parte de latinoamérica, con autodefensa, con redes que se tejen en el mundo virtual y se refuerzan en el real, infinitas como rizomas que construyen y sostienen feminismo.
Según el sitio web internetworldstats.com, que ofrece información actualizada sobre el uso de Internet en el mundo, Argentina es uno de los países más conectados de Latinoamérica con casi 80% de conectividad, incluyendo telefonía móvil, junto con Chile y Ecuador. Este contexto que parece propicio para el acceso a las redes no es en sí mismo un índice que asegure un uso igualitario de las tecnologías entre mujeres y varones.
Según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en varios países se equipara el acceso a Internet entre mujeres y varones, pero estamos en desventaja con respecto a su uso. La tasa promedio de las mujeres es de 8.5% menor a la de los varones. Es decir, la brecha digital de género se refleja en que las mujeres, a pesar de tener posibilidades de acceso a las tecnologías, sufrimos otros factores que inciden sobre la posibilidad real de su uso. Las razones para que esto ocurra son variadas: desigualdad laboral (el efecto “techo de cristal”), niveles educativos más bajos, escaso desarrollo de habilidades en el uso de TICs, falta de presencia de las mujeres en la producción de contenidos digitales, vínculos limitados con el mercado laboral debido al alto grado de trabajo informal, doméstico.
Es importante también recordar que en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, surgida en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en 1995, firmada por 189 países, en su sección “J”, párrafo 237 se estableció que “es necesario que las mujeres intervengan en la adopción de las decisiones que afectan al desarrollo de las nuevas tecnologías, a fin de participar plenamente en su expansión y en el control de su influencia”.
Aún hoy, pasados 20 años, la brecha digital por motivos de género nos sigue expulsando de una posibilidad real de participación, decisión y liderazgo sobre las tecnologías y un control de nuestra imagen en ellas. No sólo en los espacios de poder de las TICs tradicionales abunda la mirada masculina, también son en su gran mayoría varones quienes manejan el mundo digital de la programación, diseño de software, análisis de sistemas y hackers.
Esto trae como consecuencia discriminación de género y acceso no igualitario a determinados espacios laborales; refuerza, además, estereotipos y mitos – tales como que “las mujeres no somos buenas con la tecnologías”- absolutamente irreales. No hay nada en nuestra biología que nos impida relacionarnos con conocimientos y prácticas tecnológicas – y aunque suene extraño a veces es necesario recordarlo-. Hemos manejado cientos de tecnologías históricamente en el ámbito del hogar, somos usuarias cotidianas de las redes sociales, teléfonos móviles, computadoras, etc; estamos lentamente ocupando espacios tradicionalmente masculinos relacionados a entornos digitales y con mucho éxito.
#NiUnaMenos en las redes y en las calles
“A #NiUnaMenos no la parió Twitter, la parió el feminismo” lanzó en una nota la periodista María Florencia Alcaraz en los días previos a la primera movilización masiva en las plazas de todo el país, el 3 de junio del 2015. El grito que aún se replica como pedido y como amenaza, se transformó en consigna y luego en cuerpos ocupando las calles, demandando justicia por los femicidios, por las violencias machistas, por una ley vigente que cumpla su promesa de sancionar, erradicar y prevenir la violencia contra la mujer.
Los movimientos de mujeres y feministas accionaron y usaron las redes sociales como herramienta política de difusión y convocatoria. Se viralizó el hashtag #NiUnaMenos, fue Trending Topic en Twitter, Facebook se inundó con la imagen alusiva creada por el dibujante Liniers, circularon cientos de fotos de personas famosas portando el cartel con la consigna, el lugar y la hora del encuentro, links a notas sobre el femicidio de Chiara Páez, frases, opiniones, deseos, lemas, retwits, corazones, compartir y me gusta. El éxito de la convocatoria, tanto en las redes como en las calles, fue histórico.
Se dijo luego que hubo un primer twit que provocó la acción de miles. Fue el de una periodista porteña que en su cuenta de twitter lanzó: “Actrices, políticas, artistas, empresarias, referentes sociales…mujeres, todas, bah…no vamos a levantar la voz? NOS ESTÁN MATANDO” . Luego de presionar el botón “Twittear” se desató una ola de retwits.
¿Puede considerarse la conformación del actual colectivo de mujeres #NiUnaMenos en Buenos Aires, la movilización masiva de casi 300 mil personas al Congreso de la Nación en el 2015 y miles más en todo el resto del país aquel 3 de junio del 2015, el trabajo de convocatoria, lucha y persistencia que realizaron cientos de colectivos de mujeres feministas en los días previos y como acción lógica de un devenir histórico de los movimientos de mujeres de nuestro país, un producto de la chispa que encendió un sólo twit de 140 caracteres en una red social?
La discusión está planteada, las posiciones son diversas. La consigna con hashtag que nació en las redes como #NiUnaMenos ya no pertenece a ninguna persona en particular. Sería, quizás, errado hablar de personalismos – ¿es acaso posible hacerlo en el espacio digital? – porque hubo una sociedad que se la apropió y la hizo suya. Una consigna viralizada, un pedido urgente por la necesidad de decir “basta de femicidios”, porque en Argentina se asesina a una mujer sólo por ser mujer.
Durante el 2016 las redes sociales acompañaron otros sucesos masivos de las mujeres que también tomaron las calles como el segundo #NiUnaMenos el 3 de junio de 2016, el Encuentro Nacional de Mujeres en la ciudad de Rosario durante el 8, 9 y 10 de octubre, el Paro de Mujeres – o Miércoles Negro – el 19 de octubre, que surgió en Argentina y se replicó en el resto de latinoamérica, el Día Internacional de Lucha contra las Violencias hacia las Mujeres, el 25 de noviembre. Como resultado de esto, la red social Twitter anunció que lo más comentado en Argentina durante el último año fue el hashtag #NiUnaMenos, seguido por los Juegos Olimpicos #Rio2016 – primero en el ranking a nivel mundial-.
Estos eventos demostraron que existe un nuevo, masivo e inspirador movimiento de mujeres surgido en Argentina y en toda América Latina, que conecta viejas divisiones políticas y que utiliza nuevos métodos como Facebook y Twitter para alcanzar a las mujeres de todo el mundo, para reforzar la importancia y los motivos de acompañar el ciberactivismo, para tomar las calles y poner el cuerpo, para hacer redes de contacto que nos sostengan y nos reidentifiquen.
Ciberfeminsmo
¿Es posible combinar feminismo, NTICs (Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación) y política? Según el Manifiesto Cyborg de Donna Haraway, el Ciberfeminismo es “una forma de expresión y activismo feminista que utiliza como medio las TICS y la WEB 2.0. No es estanco, sino que trasciende fronteras y prácticas sociales establecidas, es decir, es algo real y no solo virtual. Es una forma de expresión, porque abarca desde las teorías feministas hasta las creaciones artísticas más variadas. Es un tipo de activismo, ya que gracias a su alcance y rapidez ha logrado constituirse en una forma y herramienta para llegar, mostrar y crear conciencia crítica a millones de mujeres.”
Desde su perspectiva, plantea un espacio virtual como posibilitador de una construcción, redefinición y reivindicación de nuevas configuraciones identitarias. Un “yo colectivo” que crea una nueva identidad en un nuevo espacio de relación que es la red. Una identidad colectiva feminista y heterogénea. Un emergente que podemos visibilizar como estallido, a la luz de #Niunamenos y #VivasNosQueremos, pero que también se expresa en otras causas sociales con perspectiva de género, menos masivas quizás pero igualmente necesarias, sobre temáticas de la agenda feminista (legalización del aborto, acoso callejero, justicia para mujeres víctimas de violencias de género, presas políticas, reivindicación y visibilización de disidencias sexuales, etc).
Ese espacio virtual donde se expresa y vive el ciberfeminismo es, al mismo tiempo, un espacio hostil. Internet no es como alguna vez la soñamos: neutral, democrática, desjerarquizada, posibilitadora de nuevas voces y saberes. Por el contrario, todo esto se mantiene en los márgenes y abundan las desigualdades, las mismas discriminaciones y violencias que vivimos fuera de la red y una jerarquización de poder manejada por los grandes mercados y grupos económicos que lideran el mundo. Los mecanismos de poder son también allí patriarcales y colonialistas. Es desde esa misma arena virtual que el ciberfeminsmo se planta para construir otros discursos posibles, otras líneas de acción, otra agenda temática, otra mirada sobre el mundo: feminista e – ineludiblemente – política.
Por el sólo hecho de ser mujer
La Cope es una humorista e historietista argentina que sube sus producciones a Facebook, con casi 500 mil seguidorxs. En los primeros días de diciembre publicó una historieta que recibió cientos de comentarios y memes en su contra, violentos, machistas y con un alto grado de violencia de género. Porque no fue una agresión sólo en desacuerdo a lo que expresaba su dibujo, de índole ideológico, sino una total intolerancia al hecho de que había sido creado por una mujer, mostrando personajes y voces de mujeres y diciendo cosas que algunas personas prefieren que las mujeres no digamos pero que si, quizás, las expresa – o dibuja – un varón, con personajes masculinos, están legitimadas y aceptadas socialmente.
La dibujante, luego de hacer pública la agresión sufrida escribió una carta de descargo dirigida a los trolls que se dedicaron a la violencia en línea contra ella, contando todo el malestar psicológico que esto le generó.
Este es sólo un ejemplo de violencia y acoso en línea. Hay miles de mujeres del mundo entero que sólo por el hecho de ser mujeres, estar en las redes y tener voz propia, sufren las mismas violencias por motivos de género con las que convivimos en el espacio público y privado.
Amistades falsas en facebook, hostigamiento, amenazas, vigilancia, insultos sobre el aspecto físico, elección sexual, robos de identidades, cyberbulling, difusión de videos e imágenes sin consentimiento, acoso digital, pedofilia, abusos, son algunas de las violencias que sufrimos en las redes. Nos imposibilitan la capacidad de ejercer plenamente nuestros derechos, de manejarnos libremente en las redes, nos llevan al miedo, a la angustia y a la autocensura. Relaciones desiguales de poder que habitan – también – en el espacio digital, expresan el dominio de una cultura machista arraigada, naturalizada y limitan nuestras libertades fundamentales.
¿Podemos pensar en la utopía de una Internet feminista, que nos asegure y ofrezca libertades, una equidad real entre géneros, un espacio de expresión seguro, un terreno de lucha para lograr conseguir más derechos fundamentales, donde no prevalezca la mirada masculina del mundo, donde todas las identidades sexuales y colectivas estén presentes? ¿Podemos trabajar para lograr juntxs un futuro en el que los entornos digitales y/o Internet sean un lugar seguro, de empoderamiento de las mujeres y resistencia contra el patriarcado y que, además, esté a nuestro alcance la posibilidad de crear y acceder a ellos?
Desde el portal de noticias de género Genderit.org propusieron 15 principios feministas para Internet, como un faro a donde apuntar y como una propuesta en constante proceso de construcción. Allí se plantea que necesitamos poder pensar y trabajar para lograr que internet sea un espacio de garantía y ejercicio de derechos, sin violencias, sin misoginia, igualitario y libre.
Para esto, es imprescindible poner en discusión la gobernanza digital con mirada de género, entre los Estados, las empresas, la sociedad civil, las organizaciones sociales. Que los Estados puedan, paralelamente y mediante políticas públicas, garantizar la autonomía económica de las mujeres, aumentar su participación en el mercado laboral, reconocer el trabajo no remunerado, evitar las brechas salariales y la división sexual del trabajo, para lograr así un igualitario acceso y uso de las tecnologías.
Mientras tanto, el ciberactivismo colabora con las consignas feministas latinoamericanas de organización y autodefensa, dentro de un territorio virtual que nos discrimina, violenta y expulsa, pero también donde nos hacemos lugar – lentamente y en condiciones desiguales- , para dar batalla, nos organizamos, nos encontramos, nos enredamos juntas y estamos en resistencia. Nada que no sepamos hacer en el mundo real que habitamos todos los días.
*Nota realizada en el marco del proyecto “Derechos de Internet” de Nodo Tau