Resistencias populares contra el extractivismo
Desde la instalación de Minera Alumbrera en Andalgalá en 1997, con viento y leyes a favor, casi sin regulaciones, avanza la megaminería a cielo abierto en nuestro país. En cinco años la inversión en este rubro creció un 907 por ciento. La profundización del modelo extractivista, convoca a nuestros pueblos a organizarse y encontrar formas articuladas y regionales de acción. enREDando estuvo en la charla debate “Resistencias populares contra el extractivismo”, realizada en la sede de ATE Rosario y conversó con militantes sociambientales de Catamarca y Perú.
Por Vivi Benito
La profundización del modelo extractivista, que conlleva el saqueo de los bienes ambientales y culturales de nuestros pueblos (agua, tierra, semillas autóctonas, gas, petrólero), desde hace dos décadas avanza sin pausas en toda nuestra América, llevándose puesta la biodiversidad, la soberanía alimentaria y territorial, comunidades campesinas e indígenas. Llevándose vidas.
Su avance, a través de la explotación de minerales e hidrocarburos (petróleo, gas y derivados), de productos para la industria agropecuaria, agrocombustibles obtenidos de la soja y la caña de azúcar -principalmente para mercados internacionales- representa la continuidad de las políticas neoliberales, por medio del llamado neocolonialismo, el cual se apoya sobre complejas tramas discursivas, sociopolíticas y económicas, que a partir de argumentos falaces e indicadores económicos muchas veces falsos, terminan enfrentando a las comunidades entre sí.
Mientras tanto, el capital transnacional, avalado por los gobiernos locales, profundiza el despojo.
Recién llegados de Buenos Aires, y luego de participar del Primer Seminario Internacional “Desde el extractivismo a la re-construcción de alternativas”, invitados por ATE Rosario, el martes 3 de septiembre estuvieron en nuestra ciudad los activistas socioambientales Jaime Borda, referente de Derechos Humanos Sin Fronteras (Perú), Sebastian Pinetta, de Bienaventurados los Pobres (Catamarca) y Santiago Machado, del colectivo Sumak Kausay (Catamarca).
“He venido a contarles el contexto extractivo en Perú. Cómo se desarrolla la megaminería, la extracción de hidrocarburos, gas, la construcción de megarepresas para hacer centrales hidroeléctricas. El panorama es poco alentador, pero como acá, también hay organizaciones que resisten, que luchan y eso nos anima. Hay una resistencia, eso me llevo”, nos dice Jaime Borda, en su paso por Rosario y camino a la provincia de Catamarca, donde conocerá la lucha territorial que tantos pueblos cordilleranos sostienen.
“El mineroducto que la empresa Xstrata tiene en Catamarca, lo está por construir allá, quiero conocer los impactos ambientales y sociales que ha provocado. Ha habido roturas en el ducto y eso, obviamente, se dice que en Perú no va a pasar, que todo va a ser muy bonito, que será de alta tecnología y que no va a generar ningun tipo de impacto”, señala. Borda además nos cuenta que su organización integra la Red Sombra, conformada a nivel latinoamericano con la finalidad exclusiva de hacer el seguimiento a la multinacional Xstrata, que entre otros países, tiene presencia en Bolivia, Colombia, Perú, Argentina y Chile.
En su exposición, los compañeros hicieron un repaso por el entramado jurídico y político que en Argentina posibilita la instalación de empresas transnacionales, pasando por las facilidades impositivas, su libre accionar en materia ambiental, al poder de policía que ostentan por encima de las manifestaciones populares. Entre los datos ofrecidos señalaron que actualmente en nuestro país operan 30 empresas mineras transnacionales, las mismas que en América Latina, y con el mismo modus operandi. “Entre 2003 y 2008 las inversiones en el rubro se incrementaron en un 907 por ciento. Además, treinta millones de hectáreas están en manos de extranjeros. Se están realizando explotaciones extractivistas encima de sitios Ramsar (regiones protegidas internacionalmente por su riqueza ambiental)”.
“El Seminario nos permitió encontrarnos con organizaciones de países latinoamericanos. Buscamos dar cuenta de qué es el extractivismo y cómo se presenta en todos nuestros territorios. De qué manera se han presentado y desarrollado las resistencias populares. Con la presentación de casos concretos por cada país, lo que nos permitió mapear resistencias similares, mismos ciclos, mismos modus operandi, tanto de los gobiernos permitiendo, como de las empresas operando. Reconocer ciclos a nivel más global y regional, entender de qué manera se comporta el capital en cada uno de nuestros territorios. El segundo día nos reunimos 67 organizaciones, trabajamos en torno a las alternativas de resistencias”, nos cuenta Sebastián Pinetta, de la organización Bienaventurados los Pobres.
Criminalización de las protestas
La criminalización de las protestas sociales, particularmente ambientales, es otro de los rasgos comunes en el marco del avance de las transnacionales sobre nuestros territorios y recursos, en connivencia con los gobiernos locales. Los activistas recordaron que la Ley Antiterrorista, sancionada en 2012, abre paso para operar en este sentido.
Días antes de realizarse este Seminario Internacional, se desataba la represión policial en Cerro Negro (Catamarca) sobre vecinos y organizaciones que se manifestaban contra la megaminería, y frente a la Legislatura Chubutense, en repudio al acuerdo entre Chevron e YPF para extraer petróleo con el método de hidrofractura (fracking).
“Nosotros estuvimos en la represión en Cerro Negro. Esperamos siete horas que algun juez decida recibirnos un Habeas Corpus en el juzgado. Es llamativo que, por un lado pueda procesar a 200 personas, pero cuando presentamos un Habeas Corpus por los compañeros detenidos -que debería ser la herramienta fundamental y urgente- nos tuvieron siete 7 horas, porque no lo querían recibir”, nos explica Sebastián. “Estas son también las ventajas competitivas que tienen las empresas para poder operar sobre nuestros territorios. No sólo impositivas, que son muchísimas, sino tambien un Estado que es capaz de entregar y de poner toda su estructura para hacer posible el saqueo. Claramente se ha parado del lado de los intereses de capital”, agrega el militante de BePe.
Estrategias de resistencia frente a la polarización
En el marco de la profundización del modelo extractivista, desde 2003 a la actualidad, de Ushuaia a La Quiaca tomaron protagonismo y se expandieron los movimientos socioambientales: movimientos campesinos e indígenas, asambleas antimineras, asamblea ambiental de Gualeguaychú, la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), entre otras. Fue también en 2003 cuando el pueblo de Esquel ganó la lucha contra la minera canadiense Barrick Gold, a través de una consaulta popular histórica que le dijo NO a la megaminería. Desde entonces, decenas de pueblos están de pie para frenar este implacable avance.
“Hay que pensar en otras estrategias que ayuden a canalizar las demandas sociales, las demandas de las comunidades. No todo el tiempo puede ser NO, SI, tenemos que encontrar otros elementos, otras agendas, otros temas, que encaucen esto, y que nos ayuden para sentarnos a dialogar como hermanos. Porque finalmente lo que las empresas hacen es dividir. Frente a la confrontación y la polarización hay que buscar puntos de encuentro, intentar y agotar todas las vias de diálogo para poder llegar a un mínimo de acuerdos, porque si seguimos así, polarizados, eso tarde o temprano termina en violencia. Perdemos vidas. Por ejemplo en cuanto a la minería es importante plantear el tema del agua como un elemento articulador. Inisistimos con esto en la agenda, en las ciudades preguntamos ¿sabes de donde viene el agua que tomas? Mucha gente piensa que el agua viene del caño, no tiene idea que viene de las zonas altas de las comunidades, y que a todos nos afecta por igual. Hay que empezar a sensibilizar”, opina Jaime Borda.
En esta misma línea, el compañero catamarqueño Santiago Machado, agrega: “Apostamos a la reconstrucción de alternativas, nuestros pueblos tienen memoria, el tema es reencontrarnos y trabajar en estas reconstrucciones. Recordar cómo fue Andalgalá y Belén antes de la Alumbrera, qué fue de los pueblos del interior de Santa Fe antes de las fumigaciones de la soja, qué fue de nuestros pueblos originarios antes del mayor genocidio de la humanidad. La idea es recordar eso y reconstruir las alternativas. La clave es la participación y la educación, a partir de la educación popular. Construir conjuntamente los conocimientos, los saberes y las luchas. Eso nos va a permitir a cada uno de los que se van involucrando, apropiarse de la lucha y de a poco lograr transformaciones”.